Ximena Egas Biava
Matrona, académica Obstetricia
Universidad Andrés Bello
Cada 15 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Muerte Perinatal y Gestacional, una fecha dedicada a honrar la memoria de los bebés que fallecieron durante el embarazo, el parto o poco después de nacer, así como para visibilizar el duelo de las familias afectadas. Esta jornada busca romper el silencio en torno a una pérdida que, pese a su alta prevalencia, sigue siendo un tema tabú en muchas sociedades.
La muerte perinatal es un evento devastador que afecta profundamente a las madres, padres y familias. En Chile, se define como la muerte de un feto de más de 22 semanas de gestación o un recién nacido que fallece dentro de los primeros 7 días de vida. Este tipo de pérdida, aunque frecuente, ha sido históricamente poco reconocido en términos de apoyo emocional y legal para las familias afectadas.
Sin embargo, en los últimos años, Chile ha avanzado significativamente en la implementación de leyes que protegen y reconocen los derechos de las familias que enfrentan una muerte perinatal. En 2021, se promulgó la Ley Dominga (Ley 21.371), un hito en la legislación del país. Esta ley establece protocolos para una atención digna y humanizada en los casos de muerte perinatal o gestacional, ofreciendo acompañamiento integral y apoyo psicológico a los padres. Además, garantiza el derecho de las familias a despedirse de sus hijos en un entorno de respeto, brindándoles un espacio para realizar rituales de despedida, algo fundamental en el proceso de duelo.
La Ley Dominga surge de la necesidad de transformar el modo en que los equipos de salud abordan estos casos. Anteriormente, la falta de un marco regulatorio y de apoyo hacía que muchas madres y padres tuvieran que enfrentar esta pérdida en soledad, sin un sistema adecuado para proporcionarles el soporte emocional que tanto necesitan. Hoy, el compromiso es distinto: el equipo de salud, especialmente los profesionales de la matronería deben seguir protocolos que consideren tanto el bienestar físico como psicológico de las familias, entendiendo que el duelo perinatal es un proceso complejo y profundamente doloroso.
El duelo perinatal no debe ser un camino que las familias recorran solas. Es un proceso que requiere de contención, comprensión y tiempo, y donde el papel de la comunidad y del sistema de salud es clave. Esta ley representa un avance significativo en este aspecto, pero también nos recuerda que la verdadera transformación va más allá de las leyes: requiere un cambio cultural profundo. Necesitamos una sociedad que no minimice el dolor de estas pérdidas, que no juzgue los tiempos del duelo y que permita a las familias expresar su dolor sin temor al silencio o la incomprensión.
Enfrentar la muerte perinatal no solo implica reconocer una pérdida física, sino también honrar la esperanza y los sueños que esa vida representaba para las familias. Cada bebé que no llegó a nacer o que partió poco después de hacerlo, deja un vacío inmenso en los padres, un duelo que, muchas veces, no es completamente comprendido por la sociedad. La conmemoración de este día es un recordatorio de que cada vida, por breve que sea, merece ser recordada y respetada.
Es importante que matronas y matrones podamos acompañar a las familias en este duelo pues es una forma de reafirmar su dignidad y de ofrecerles el espacio necesario para sanar. Reconocer su sufrimiento y ofrecerles la posibilidad de despedirse de sus hijos es, en sí mismo, un acto de humanidad. Como sociedad, tenemos el desafío de ser más compasivos, de educar y sensibilizar sobre este tipo de pérdidas, y de asegurar que cada familia encuentre el apoyo que necesita en los momentos más oscuros de sus vidas.
Es por eso por lo que este 15 de octubre, alzamos nuestra voz no solo para recordar a los bebés que se han ido, sino también para comprometernos a construir un entorno donde cada pérdida perinatal sea reconocida y acompañada con el respeto, el amor y la sensibilidad que merece.
