Esther Gómez, doctora en Filosofía, directora nacional de Formación e Identidad Santo Tomás
Creo que nadie pondría en duda que nos iría mejor como humanidad si todos ejercitáramos más el pensamiento crítico y tuviéramos la capacidad de pensar correctamente para discernir entre el bien y el mal, lo verdadero y lo falso. Lo mismo pensó Sócrates en la antigua Grecia y tantos otros como Catalina de Alejandría, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Descartes y Kant.
Se dedicaron a ejercitarse en la búsqueda racional de respuestas a grandes interrogantes, muchas de las cuales siguen vigentes, como el sentido de la vida y el logro de la felicidad, la causa del mal moral, el uso de nuestra libertad y la amistad en la vida social. En todas esas búsquedas se pretende conocer lo que somos y la esencia de lo real, pues muchas cosas como las ideas, la libertad o el amor no son tangibles, y no por eso negamos su existencia ni que las podamos conocer.
La filosofía ha dado forma a muchos de esos caminos y búsquedas que tienen en común el amor a la verdad. Nunca la agotaremos, porque la verdad nos posee, no la poseemos, por eso la descubrimos como algo que se recibe y no depende del capricho, consenso u opinión. Como dice Tomás de Aquino: “La perfección de la inteligencia está en conocer la esencia de las cosas”.