Cómo detectar la neumonía atípica por mycoplasma

Patricia Silva Villagrán

Académica Enfermería

Universidad Andrés Bello

En los últimos meses las infecciones por Mycoplasma han aumentado en el país. Por lo general estas se presentan en brotes o ciclos epidemiológicos cada 4 u 8 años, sin embargo, este año el aumento ha sido significativo comparado con otras temporadas.

Aunque a veces sea confundida con un virus, se trata de una bacteria muy pequeña que puede crecer en forma independiente; tiene como principal característica la ausencia de pared celular rígida, lo cual la hace resistente a muchos antibióticos. Si bien existen diferentes tipos de Mycoplasma, aquel que causa infecciones respiratorias, llegando incluso a provocar neumonías atípicas que se evidencian en las radiografías de tórax, es el llamado Mycoplasma Pneumoniae. Por tratarse de una bacteria, la enfermedad requiere de tratamiento antibiótico indicado por un médico.

Los síntomas, generalmente incluyen fiebre, pero en la mayoría de los casos no es muy alta, alrededor de 38°C, también se puede acompañar de cansancio o fatiga, cefalea. A nivel respiratorio, además, presenta tos seca persistente que puede durar incluso varias semanas, pero también puede aparecer dolor de garganta, congestión nasal; y en casos más graves dificultad para respirar, dolor torácico, intenso dolor abdominal y vómitos. En pocos casos, más bien pediátricos, pudiesen aparecer algunas erupciones cutáneas. Es importante que los pacientes consulten a tiempo frente a la sospecha de esta enfermedad, y pueda ser evaluado por un médico quien le solicitará los exámenes pertinentes.

El contagio se facilita en entornos educacionales como colegios y universidades, como también en oficinas de trabajo; ya que es ahí donde conviven un gran número de personas en lugares cerrados y en ocasiones poco ventilados. Hay que recordar también, que, como cualquier otra enfermedad infecciosa, esta se puede desarrollar de manera más compleja en pacientes con otras patologías de base, inmunodeprimidos o con bajas defensas, como por ejemplo trasplantados, con cáncer, etc.

La transmisión se realiza por contacto directo con la persona infectada, o por contacto indirecto a través de gotas de saliva o secreciones respiratorias expulsadas al toser, respirar o hablar en espacios cerrados y con falta de ventilación o en lugares con hacinamiento. Hay que considerar también, que una parte significativa de la población puede portar este microorganismo y ser asintomática, lo cual facilitaría su contagio.

Es importante considerar que las medidas de prevención son las mismas que para todas las infecciones respiratorias, las cuales todos conocimos durante la pandemia. Lo principal y más importante es la higiene de manos frecuente, el distanciamiento de las personas sintomáticas, ventilación adecuada de los espacios cerrados, uso de mascarillas en lugares con mucha aglomeración de gente, limpieza y desinfección adecuada de objetos compartidos como mobiliario de salas de clases, oficinas. Además, si alguna persona presenta síntomas respiratorios debe evitar la asistencia a eventos donde pueda propagar la enfermedad. Hasta el momento no se ha desarrollado una vacuna específica contra el Mycoplasma Pneumoniae, pero se espera que en un futuro eso sea posible, de manera de reducir la incidencia de esta infección.

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