Por Stephanie Cuchacovich, Psicóloga y Directora del área de Salud Mental de Living Better (https://livingbetter.cl/)
Santiago, abril 2025.- Esta semana el mundo conmemoró el Día Mundial de la Salud, una oportunidad para reflexionar sobre el bienestar físico y mental de las personas. En esta oportunidad, me gustaría enfocar la mirada en una de las grandes pandemias silenciosas de nuestra era: la salud mental.
Según el último informe del Termómetro de Salud Mental Achs-UC, un alarmante 13,7% de la población chilena presenta síntomas moderados o severos de depresión, lo que representa un aumento estadísticamente significativo de 3,3 puntos porcentuales con respecto a la ronda anterior. Este aumento no es casual: la crisis de salud mental está en constante crecimiento y afecta a millones de personas en todo el mundo. De hecho, el 16,8% de los adultos mayores de 18 años en Chile enfrentan algún tipo de trastorno mental, y las mujeres son las más afectadas, con una prevalencia del 17,4%, casi el doble que la de los hombres (9,8%).
Lo que está sucediendo es preocupante, pero también es una oportunidad para cambiar nuestra forma de abordar la salud mental. Si algo nos enseñan estas cifras es que debemos deshacernos de la venda que cubre la realidad de la salud mental en nuestra sociedad. A menudo, el tabú que rodea a estos problemas de salud nos lleva a ignorarlos, a minimizarlos o incluso a rechazarlos. Sin embargo, cada vez más se está reconociendo que la salud mental es tan crucial como la salud física. De hecho, una mala salud mental puede restarnos hasta ocho años de vida.
Es importante comprender que quienes enfrentan trastornos mentales no están condenados a una vida de sufrimiento o de altibajos. La salud mental, como cualquier otra enfermedad, tiene tratamiento y la posibilidad de mejorar. Muchas personas, gracias a un tratamiento farmacológico y psicológico adecuado, pueden llevar una vida normal, trabajar, interactuar con sus seres queridos y desarrollar su potencial y disfrutar de las cosas que les apasionan. El hecho de que la enfermedad mental sea tratable es un mensaje que debemos difundir con fuerza.
Sin embargo, el acceso a la salud mental sigue siendo un desafío. En Chile, sigue siendo un servicio costoso y limitado, lo que significa que muchos no pueden acceder a los tratamientos que necesitan. La falta de recursos y la escasez de profesionales capacitados son solo algunos de los obstáculos que enfrenta la población en este ámbito. Además, una de las grandes dificultades es el diagnóstico: muchas personas reciben un diagnóstico erróneo o tardío, lo que retrasa el tratamiento y empeora la situación. El mal diagnóstico, sumado a la falta de seguimiento adecuado, contribuye a la invisibilización de esta crisis.
Hoy más que nunca, es necesario sacar la venda a la salud mental. Es urgente que como sociedad asumamos la enfermedad mental como parte de la realidad de muchas personas, no como un tema tabú o de vergüenza. El estigma debe desaparecer para que más personas se atrevan a pedir ayuda y recibir el tratamiento adecuado sin miedo al juicio.
Fechas como el Día Mundial de la Salud u otras efemérides, no debe ser solo un recordatorio de la importancia de la salud física, sino también de la salud mental. Es un llamado a la acción para que todos los sectores, tanto públicos como privados, trabajen juntos para hacer de la salud mental una prioridad real, accesible y efectiva. Si logramos derribar las barreras del estigma, aumentar el acceso a los tratamientos y mejorar la educación en torno a la salud mental, podremos ver una sociedad más saludable, resiliente y por ende más productiva.
La salud mental es la nueva gran pandemia del siglo XXI, pero con la actitud correcta y el compromiso de todos, podemos comenzar a sanar.