El rol del centro en una presidencial polarizada

Felipe Vergara Maldonado

Analista político

Universidad Andrés Bello

Aunque arrolladora en términos de porcentaje, la victoria de Jeannette Jara (PC) en las recientes primarias oficialistas no tiene el mismo impacto si se analiza desde la perspectiva de la participación electoral. La caída en la participación, respecto de hace cuatro años no sólo refleja un desencanto con el sistema político en su conjunto, sino, además, plantea interrogantes sobre la capacidad de los partidos para movilizar a sus bases y adherentes.

Los 825 mil votos obtenidos por Jara demuestran que la base de apoyo del Partido Comunista sigue siendo limitada, y la baja movilización indica un riesgo en cuanto a su capacidad para convocar más allá de su círculo duro de seguidores, es poco en cambio en relación a la primaria anterior, siendo que además en esta oportunidad son parte relevante del actual gobierno.

En el otro lado de la balanza, el fracaso de figuras como Carolina Tohá y Gonzalo Winter refleja la división existente en ambos sectores de la izquierda. La derrota de Carolina Tohá fue una señal clara de que el Socialismo Democrático se encuentra ante un dilema de representación y de cohesión interna, y una alerta sobre las dificultades del sector para reposicionarse en un contexto electoral cada vez más polarizado. Pareciera que el voto voluntario les es aún más dañino, y que los electores más cercanos al centro, simplemente no participan de estas elecciones partidistas. Winter, en tanto, sufrió una derrota estrepitosa que relegó a su sector al tercer lugar, con una candidatura que se desmoronó no sólo por sus propios errores estratégicos, sino por la falta de unidad interna también en el FA.

Ante esta realidad, el desafío para Jara será lograr un equilibrio entre mantener su base ideológica, que la respalda de forma sólida, pero que por sí sola no es suficiente para avanzar a una segunda vuelta, y atraer a los sectores moderados los cuales son cruciales para ganar la presidencial. Este proceso electoral no será sencillo, la polarización política, a la luz de los hechos, pareciera ser cada vez más profunda, y el ascenso de Jara podría generar tensiones no sólo dentro de la coalición de izquierda, sino también con sectores más centristas que aún temen de la capacidad del partido Comunista para liderar una coalición de gobierno.

En esta línea, la respuesta del timonel de la Democracia Cristiana, Alberto Undurraga, fue sin duda la primera gran señal de alerta: la DC expresó su rechazo a cualquier posible alianza con el PC en las presidenciales. Existe preocupación por la falta de claridad respecto a los apoyos que el Partido Comunista podría obtener en el futuro, especialmente ante su evidente inclinación hacia el sector más radical de la izquierda.

Por otro lado, en nuevo escenario, la derecha, representada principalmente por Chile Vamos y Republicanos, observa con atención el panorama electoral que se está configurando. El ascenso de Jara podría representar una oportunidad en términos de polarización política, una carta que en el pasado los presidenciables de la actual oposición han sabido capitalizar, a través de la utilización de premisas como la inseguridad, la migración y la economía, entre otros; sin embargo, si ello no va aparejado con demostrar capacidad para gobernar. El resultado puede llevarles a un déjà vu respecto de lo vivido en la elección pasada.

Al final, lo que parece ser el telón de fondo de este escenario electoral es una lucha por el centro, que debe resolver cuál será su rol a sólo unos meses de las presidenciables. Es ahí donde pareciera estar la clave para definir quién ocupará La Moneda en marzo próximo.

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