Atacama, territorio para generar nuevo conocimiento científico

  • Por el Dr. Philippe Moisan, paleobotánico. académico de la U de Atacama & Ciencia e Innovación para el Futuro.

Vine a Atacama por la ciencia. Me quedé por la convicción de que desde aquí también se puede construir conocimiento original, valioso y con impacto global.

Como paleobotánico, he trabajado en distintos países, desde Asia Central hasta Sudamérica. He visto cómo los territorios cuentan sus historias a través de los fósiles, cómo el pasado se imprime en las rocas y cómo las regiones que parecen más silenciosas guardan los relatos más antiguos. Pero confieso que nunca había sentido tanta urgencia de levantar una mirada científica desde el propio territorio como la que encontré aquí, en el norte de Chile. Una región fuertemente marcada por el extractivismo minero.

Atacama no es solo un paisaje árido: es un laboratorio natural, un patrimonio vivo, un espacio cargado de historia geológica, paleontológica, biológica y humana que aún está por estudiarse en profundidad. Desde hace unos años comenzamos, junto a un grupo de colegas, a trabajar en una idea que parecía sencilla pero que en realidad es profundamente transformadora: crear una Licenciatura en Ciencias desde y para Atacama. En 2026 será una realidad.

La carrera tendrá un plan común y tres menciones: Astronomía y Física, Medio Ambiente y Recursos Naturales, y Paleontología. Esta última, por cierto, no existe actualmente como opción formativa en ninguna otra universidad chilena a nivel de pregrado. Es una propuesta académica ambiciosa, sí, pero también una respuesta concreta a las necesidades de la región, a sus vocaciones productivas, a sus desafíos científicos, patrimoniales y ecológicos, y al deseo de muchos jóvenes que hasta ahora se veían obligados a migrar a otras ciudades, incluso abandonar su interés por la ciencia, por falta de alternativas locales.

Desde el principio tuvimos claro que esta carrera no debía pensarse de forma aislada. Por eso la vinculamos estrechamente con la Estrategia Regional de Desarrollo de Atacama (ERDA), que plantea como ejes prioritarios la diversificación productiva, el impulso al turismo sustentable y la protección del patrimonio natural y cultural. ¿Y qué mejor manera de contribuir a esos objetivos que formando profesionales capaces de estudiar, conservar y valorar los ecosistemas únicos de esta región, sus fósiles, su biodiversidad, sus cielos?

La paleontología no es solo ciencia básica: es también una herramienta de conservación del patrimonio natural, de educación y de turismo de intereses especiales. Lo mismo puede decirse de la astronomía y del estudio de los recursos naturales. La ciencia debe dialogar con el desarrollo regional, y aportar a nuevas formas de pensar la economía, la cultura y la identidad.

Alineamos la nueva carrera con la Estrategia Regional de Innovación (ERI), entendiendo que la innovación no solo ocurre en laboratorios tecnológicos, sino también cuando se crean nuevas rutas formativas, cuando se estimula el pensamiento crítico desde etapas tempranas, cuando se promueve la retención de capital humano avanzado en zonas donde tradicionalmente ha emigrado.

Esta licenciatura busca precisamente eso: atraer, formar y retener talento científico en Atacama. Que nuestros egresados no solo aporten al conocimiento global, sino que también trabajen en su propia región, en proyectos con impacto local.

Para eso estamos generando vínculos reales con actores clave: centros científicos, empresas, museos, servicios públicos y comunidades.

Lo que proponemos no es una carrera más. Es entender que la ciencia no es propiedad de los grandes centros urbanos, que el conocimiento puede construirse desde cada rincón del país. Es formar personas capaces de pensar, investigar y transformar su entorno. Es creer que la educación científica también es un acto de justicia territorial.

Atacama guarda secretos milenarios bajo su suelo y entre sus cielos. Pero también guarda una promesa de futuro: que el desarrollo no tiene que ser solo extractivo ni centralizado, que puede ser inteligente, sustentable, vinculado a las vocaciones locales y comprometido con el medio ambiente y la cultura.

Formar científicos en el norte no es solo un gesto académico. Es un acto de confianza en el potencial del desierto. Es una forma de decir que la ciencia también florece en Atacama.

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