En Atacama actualmente hay 5 niños, entre lactantes y niños menores de 5 años que viven en residencias, que podrían estar con una familia de acogida.
El Servicio de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia reitera el llamado a vivir la experiencia de entregar amor siendo familia de acogida, e invita a otros a sumarse a esta valiosa labor. El Servicio atiende mensualmente a más de 110 mil niños, niñas y adolescentes en todo el país. Solo en abril, 113.490 niños, niñas y adolescentes recibieron atención: el 80,3% en programas ambulatorios —es decir, siguen viviendo con sus familias— y un 4,5% en residencias.
De los niños, niñas y adolescentes que están bajo tutela del Estado —es decir, que requieren cuidados alternativos—, más del 8% están en familias de acogida, mientras que menos del 5% se encuentran en residencias.
Frente a este contexto, el director regional del Servicio, César Guzmán, enfatizó: “Tenemos un desafío como país y como región: aumentar el número de familias de acogida. Queremos reiterar el llamado a la sociedad y, en particular, a los habitantes de la región de Atacama, sobre lo importante que es que los niños y niñas menores de 3 años no tengan que llegar a vivir a una residencia cuando un tribunal debe tomar la decisión de separarlos de su familia de origen. Ser familia de acogida significa ser protagonistas de un cambio significativo para un niño o niña, incluso cuando se trata de un período acotado”.
Una de las familias que respondió a este llamado es la de Sindy Salazar Jiménez (36) y Vladimir Tobar Contreras (37), oriundos de Caldera. Hoy acogen a dos hermanos de uno y dos años, y comparten su experiencia: “No tenemos miedo al momento en que se vayan con su familia definitiva. Siempre hay despedidas. Nuestros hijos biológicos también se irán en algún minuto. Lo importante es que les dejamos regalos emocionales para toda la vida”, dice Sindy.
La familia conoció del Programa de Familias de Acogida a través de la página web del Servicio (www.servicioproteccion.gob.cl), se inscribieron y pronto fueron contactados. “Conocimos la experiencia de Carla, otra familia de acogida, y eso nos motivó a conversar con mi esposo y nuestros hijos. Así tomamos la decisión. A veces ha sido un caos… pero es un caos de amor”, cuenta entre risas.
El acogimiento familiar evita que niños, niñas y adolescentes deban ingresar a una residencia mientras se resuelve su situación familiar. En esa línea, la psiquiatra infanto-juvenil Natalia Franco Yáñez, de la Unidad de Salud Mental del Hospital Provincial del Huasco, señaló: “Invito a todas las personas de Atacama a ser parte del Programa de Familias de Acogida, especialmente para lactantes menores de 2 años. La vinculación temprana con un otro es fundamental para el desarrollo psíquico y una salud mental estable a futuro. Aun cuando no serán parte crónica de la vida de estos niños, el impacto de una relación afectiva significativa es enorme”, explicó.
Sindy destaca también el impacto positivo en sus hijos biológicos, de 16 y 9 años: “A nuestro hijo menor le ha hecho muy bien, ha despertado su instinto protector. Además, uno de los niños acogidos es una niña, y ha sido un descubrimiento: aprender a peinarla, vestirla, entenderla… uno se adapta a ellos, y eso es un acto de amor”.
Sobre el proceso de adaptación de los pequeños, Sindy relata: “Ella era muy independiente, pero por necesidad, no por una razón positiva. Ahora pide ayuda, sabe que no está sola, que tiene un papá, una mamá y hermanos que la apoyan. Su hermano llegó con retraso sicomotor, pero gracias a la estimulación que le hemos dado, también ha avanzado”.
Frente a la idea del desapego, la familia está tranquila: “Hemos tenido apoyo del Servicio. Sabemos que, si lo necesitamos, podemos acceder a atención psicológica. Además, nuestros hijos biológicos también se irán en algún momento. Lo importante es haber entregado amor, herramientas y valores para la vida. Queremos seguir acogiendo. Tenemos mucho amor para dar”, concluye.