Recuperar la calma: pequeños momentos urgentes para nuestra salud

Por Cristóbal Carrasco Gubernatis, psicólogo clínico miembro del Comité de Manejo del Estrés de la Sociedad Chilena de Medicina del Estilo de Vida (SOCHIMEV).

En medio del ruido y el ritmo acelerado de la vida, la relajación no es un lujo: es una necesidad. Recuperar y cuidar esos momentos de calma es tan importante como alimentarnos bien o dormir lo suficiente. Cuando logramos relajarnos, activamos una parte de nuestro sistema nervioso llamada parasimpático, encargada de poner en marcha las funciones de “descanso y digestión”. Este sistema actúa como un freno natural frente al simpático, la otra rama que nos pone en modo “alerta” y nos prepara para la acción. El problema es que hoy vivimos con ese acelerador pisado casi todo el tiempo.

Nuestra rutina diaria estimula constantemente el estrés y deja poco espacio para la recuperación. Incluso en los ratos libres, muchas veces buscamos actividades que parecen relajantes, pero que en realidad no lo son. Maratones de series, horas en redes sociales o frente a la televisión, o incluso el consumo de alcohol o cigarro, pueden darnos una pausa física, pero siguen siendo exigentes para el cuerpo: ya sea por exceso de estímulos o por sustancias que lo intoxican.

La buena noticia es que nuestro cuerpo puede aprender a calmarse. Existen formas sencillas y efectivas de entrenar nuestro “sistema de calma y afiliación”, como lo llama la terapia centrada en la compasión, y así mejorar nuestra regulación emocional y bienestar general. La Medicina del Estilo de Vida ofrece valiosas herramientas para lograrlo: cultivar relaciones positivas y de confianza con otras personas, en espacios seguros. Compartir tiempo juntos, jugar, reírse, regalonear, cantar, divagar juntos, mirarse, además de pasar tiempo en la naturaleza para aprovechar sus beneficios restauradores. Los espacios verdes (bosque) y lugares azules (con vista de cielo o de agua) son estímulos que naturalmente facilitan la relajación.

Mantener una alimentación saludable, rica en frutas, verduras y alimentos frescos que aporten los nutrientes y micronutrientes que nuestro y nuestra microbiota necesitan para producir la calma; realizar actividad física regular que, además de fortalecer el cuerpo, ayuda a reducir la tensión acumulada; un sueño suficiente y de buena calidad; y practicar técnicas de relajación, respiración profunda, el yoga y la atención plena.

Nuestra cultura tiende a llenar cualquier espacio libre con pantallas, ruido y tareas. Pero podemos cambiar eso si le damos un lugar a la calma en nuestra agenda, con la misma prioridad que a cualquier otra actividad importante. Una caminata al aire libre con un ser querido, una comida casera disfrutada sin distracciones o unos minutos de respiración consciente pueden convertirse en pequeñas anclas de bienestar. Cuidar nuestros momentos de descanso no es tiempo perdido… es tiempo ganado para vivir una vida más satisfactoria.

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