Día Mundial del Corazón: Cerca del 30% de los decesos en Chile son atribuibles a enfermedades cardiovasculares

Los riesgos cardiovasculares no solo afectan a los adultos, sino también a personas jóvenes debido al sedentarismo, la obesidad y otros hábitos poco saludables. Mantener una alimentación equilibrada, realizar actividad física con regularidad y controlar la presión arterial y el colesterol son medidas clave para reducir el riesgo de infartos y accidentes cerebrovasculares.

Cada 29 de septiembre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) conmemora el Día Mundial del Corazón, fecha que busca educar a la sociedad sobre las enfermedades cardiovasculares y el impacto que tienen en la calidad de vida de quienes las padecen. De acuerdo con los registros del Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS), solo en 2024 se registraron más de 30 mil muertes por enfermedades del sistema circulatorio en nuestro país.

Según explicó el doctor Diego Godoy, cardiólogo de Clínica MEDS, “el riesgo cardiovascular es la sumatoria de sucesos que aumenta la probabilidad de tener algún evento cardio o cerebrovascular, infarto agudo de miocardio, infarto cerebral, como ejemplos. Alrededor del 30% de las causas de muerte en nuestro país son atribuibles a algún evento cardio o cerebrovascular. En el mundo desarrollado esto la convierte en la primer causa de muerte”.

El especialista aseguró que “es de extrema importancia tratar de adelantarnos a tener algún evento. Para esto tenemos que preocuparnos de controlar, por ejemplo, la obesidad, el sedentarismo, tener una presión arterial adecuada, ojalá no llegar a ser diabéticos y si uno lo es, controlarlo de manera adecuada, no fumar, o sea, todo esto que llamamos hábitos de vida saludables o factores modificables, que uno al corregirlos o revenirlos disminuye la probabilidad en el futuro de sufrir un infarto”.

En este sentido, el facultativo añadió que “la enfermedad cardiovascular tiene factores que son modificables y otros que son no modificables. Si tengo antecedentes de padres y abuelos con infarto, ese es un factor que no se puede modificar”.

Respecto a los factores que sí se pueden controlar, señaló que son “la hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol elevado, el tabaquismo, la obesidad y el sedentarismo. Llevar una vida con una dieta equilibrada, baja en sal, hidratos de carbono y grasas saturadas, junto con realizar actividad física aeróbica frecuente —al menos 150 minutos por semana, distribuidos en cuatro o cinco días—, son conductas probablemente que van a hacer que tengamos menor riesgo de vernos enfrentado a estas enfermedades que aumentan la probabilidad de sufrir un infarto en el futuro”.

En cuanto a los síntomas y al momento de acudir a un servicio de urgencias, el cardiólogo de la Clínica MEDS fue enfático en afirmar que cuanto antes se pueda actuar, mejores son los resultados en mortalidad y en funcionalidad posterior al evento. “Cuando uno presenta lo clásico: un dolor en el pecho, opresivo, como una pata de elefante que aprieta, que se irradia hacia la mandíbula y el cuello, y que se asocia con náuseas y vómitos, es importante consultar precozmente para poder confirmar o descartar que se esté sufriendo un evento coronario agudo”, explicó.

Frente al aumento de enfermedades cardiovasculares en grupos etarios más jóvenes, el doctor Godoy advirtió que “lamentablemente estamos viendo pacientes con infartos cada vez a menor edad. Si se observa la población, el porcentaje de obesidad infantil es cada vez más alto, y hay un porcentaje grande de gente joven que tiene, por ejemplo, resistencia a la insulina, que es un estado prediabético. Entonces un paciente de 40 años que comenzó con estos factores de riesgo a los 15 años ha sumado durante 25 años riesgo cardiovascular. De tal manera que a esa edad puede tener un infarto”.

Finalmente, el especialista hizo un llamado a fomentar en la población general una cultura de la prevención. “Al menos una vez al año, cada persona debería realizarse exámenes de rutina para conocer cómo están sus niveles de glicemia y colesterol, cómo se encuentra su presión arterial, evaluar su peso, su índice de masa corporal y el perímetro abdominal. En definitiva, se trata de una evaluación global que permita identificar si existe algún aspecto en el que sea necesario trabajar para disminuir el riesgo cardiovascular”, concluyó.

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