Ricardo Henríquez Flores, director de Escuela de Kinesiología.
Universidad San Sebastián
Cada 29 de octubre, Chile y el mundo recuerdan el Día Mundial del Accidente Cerebrovascular (ACV), una fecha clave para visibilizar una crisis en aumento. Actualmente, los ACV generan más de 40.000 nuevos casos al año en el país, y solo en 2024 se vio un crecimiento alarmante del 22% respecto al año anterior, con impacto especial en personas cada vez más jóvenes. Esta patología es la principal causa de discapacidad en adultos y la segunda de mortalidad, una realidad que urge transformar.
La verdadera batalla comienza tras el evento agudo: acceder a rehabilitación física, iniciando idealmente en las primeras 24 horas y continuando con sesiones constantes y personalizadas. Aunque el ingreso al sistema GES ha sido un avance, profundas brechas relacionadas con distancia, falta de cupos y recursos mantienen a la mayoría de los pacientes excluidos, perpetuando la desigualdad y complicaciones crónicas.
Ante este desafío, la tecnología marca un antes y un después: la telerehabilitación, la robótica y la realidad virtual ya permiten llevar terapias personalizadas a cualquier hogar. Pero estos avances deben ser política pública, no privilegio de unos pocos. Es urgente que Chile integre la innovación en salud pública, reduciendo barreras y asegurando un derecho esencial: que ningún paciente quede sin rehabilitación moderna, efectiva y oportuna. La sociedad y las autoridades deben actuar hoy, porque detrás de cada número hay historias, futuros y sueños que merecen una segunda oportunidad.
 
 
 
 





