Gabriel Gurovich
Chief Evangelist Officer, KLog.co
Chile acaba de romper otro récord exportador: más de ocho mil empresas enviando al mundo y un comercio exterior que crece 8,3% en un año donde el contexto global sigue tenso. El dato es claro: no es solo cobre. El país está ensanchando su base productiva a una velocidad que desmiente el relato de estancamiento estructural.
Lo interesante no es la cifra, sino la composición. Manufactura lidera en número de empresas; los alimentos y la fruticultura marcan alzas sólidas; los servicios –ese sector siempre postergado– ya aportan casi US$ 2.600 millones. Esto suena a un país que por fin entiende que competitividad no se construye con un solo motor, sino con un portafolio dinámico y una musculatura exportadora más diversa.
Si Chile quiere transformar este impulso en estrategia, toca pasar del “más” al “mejor”: más destinos, más valor agregado, más servicios intensivos en talento. El récord es una señal, no la meta. La economía del futuro premia la agilidad y la sofisticación. La oportunidad está ahí: convertir este auge exportador en un proyecto de largo plazo.







