Por Camilo Feres
Director de Estudios Sociales y Políticas de Azerta
La maniobra del PC, ampliando su base de respaldo hacia fuerzas que hasta ahora habían jugado en alianza con FA, consiguió arrinconar en minoría a lo que hasta ahora era su principal amenaza: la alianza Socialista-FA. A días de conformar un gabinete que, en teoría, tendría a los socialistas dentro, los alcances de ese triunfo no son menores.
El ciclo político que comienza tendrá tres escenarios político-institucionales: el Congreso, el Gobierno y la Convención Constituyente. Y buena parte de la estabilidad/inestabilidad del período se jugará en la preeminencia, conflictividad y/o colaboración que logren estas instancias entre sí.
La disputa a 8 set que libraron el Partido Comunista y el Frente Amplio para elección de la nueva mesa de la Convención es una clara muestra que, aunque se trata de fuerzas aliadas para la conformación del Gobierno, la pelea por quién pone la música está en pleno desarrollo y sus esquirlas podrían incendiar a la futura administración.
Una de las particularidades del ciclo político en ciernes es que en el amplio espectro de las fuerzas de izquierda coexisten dos coaliciones diferentes: Chile Digno y Apruebo dignidad. La primera, la casa del PC para la elección de convencionales, la segunda, la alianza con la que comunistas y frenteamplistas llegarán al Gobierno.
Los comunistas tienen un claro liderazgo en la primera, mientras que, en la segunda, tras perder en primarias y ante la imperiosa necesidad de ampliar la coalición, su rol sigue siendo un misterio.
La instalación de la convención constituyente estuvo marcada por un sinnúmero de ritos, simbolismos y hasta acciones catárticas dirigidas a diversas audiencias. Pero en lo político, desde el minuto cero la pelea estuvo clara: entre todos los ganadores de esa elección -las variopintas fuerzas de izquierda-, había que decidir quiénes manejarían los tiempos y, en esa oportunidad, la alianza entre Frentamplistas y Socialistas fue la vencedora.
En su segunda edición, esa disputa volvió a reeditarse, solo que esta vez el ganador fue el PC.
Esta disputa está lejos de ser una reyerta pasajera. De hecho, cada una de las partes en conflicto sabe -y actúa en consecuencia- que no será la confianza lo que determine la relación entre ambas partes.
Por lo mismo, en estos días previos a la toma de posesión del Gobierno de ambos y en medio de las negociaciones para integrar un gabinete, el oficio político del PC ha quedado de manifiesto en la seriedad con la que se ha tomado el gallito en la convención y, durante 8 intentos sucesivos, el mensaje que le envió a sus aliados en el futuro gobierno fue siempre el mismo: no sin nosotros.
Y es que para el núcleo político-generacional que se articula en torno al eje Boric-RD el éxito del gobierno y la convención constituyente es un imperativo de subsistencia. Su promesa política implícita es la creación de un nuevo orden político nacido de dos movimientos simultáneos: la reagrupación de las izquierdas y una nueva constitución nacida en democracia. En ese diseño, es tan importante mantener dentro y comprometido al PC como lo es el no darle la preeminencia suficiente como para llevarse la pelota para la casa.
Esa es la razón por la que, en términos programáticos, las posiciones del Frente Amplio y del PC no difieren demasiado en la convención, pero es también la explicación de la enconada lucha que libran ambos cuando lo que se debe dirimir son cargos, normas de votación o cualquier elemento que guarde relación con el ejercicio del poder al interior del órgano constituyente.
Y es que, en la convención, a diferencia de que ocurrirá en el Congreso, el entendimiento entre las fuerzas que lideran el PC y el FA aseguran un piso suficiente para la aprobación de cualquier iniciativa, pero, hasta ahora, la ausencia de ese entendimiento no le permitía a ninguno sobrepasar al otro.
La jugada del PC, ampliando su base de respaldo hacia fuerzas que hasta ahora habían jugado en alianza con FA, consiguió arrinconar en minoría a lo que hasta ahora era su principal amenaza: la alianza Socialista-FA. A días de conformar un gabinete que, en teoría, tendría a los socialistas dentro, los alcances de ese triunfo no son menores.
El PC ha administrado con sagacidad su presencia en dos instancias diferentes en las que se juega una porción relevante del destino político del país. Esa doble presencia, que en el mundo privado sería objeto de investigación y sospecha, ha significado para los comunistas una posibilidad para fortalecer su posición relativa, tanto en la convención como en el futuro gobierno. A Boric no le queda más que tomar nota y asumir que, en la delicada encrucijada de los tiempos, el FA tiene el candado, pero el PC tiene la llave. Y deberá actuar en consecuencia.