Enrique Valdivieso Valdés, vicepresidente ejecutivo de Enami estuvo de visita en Copiapó para abordar diversos temas de la empresa en los días previos al traspaso de las autoridades de gobierno. En el intertanto, aprovechó de contactarse con la prensa local para abordar el ejercicio de esta empresa estatal.
Diario “Tierramarillano” entrevistó al citado ejecutivo, logrando el siguiente material informativo.
Usted admitió que Enami terminó este año con una deuda de 300 millones de dólares ¿Cómo se generó esa deuda, a qué ítemes corresponde y desde cuándo se arrastra?
-La rebaja de la deuda -que llegó a estar en 500 millones de dólares- se gestó principalmente gracias a que hemos hecho muchas gestiones para anticipar algunos pagos a Enami. Por ejemplo, hemos vendido el ácido con pago anticipado, incluso tuvimos en la última licitación un sobre precio de pago por el ácido muy sustancial. En años anteriores, estábamos en 60 o 70 dólares la tonelada, en cambio hoy estamos vendiendo ese ácido en promedio a 230 dólares la tonelada y, como le dije, con pago anticipado que es la gran novedad para poder financiar todo esto.
También hemos tomado otras medidas para adelantar los pagos de los ánodos y los cátodos que producimos, esto ha sido una gestión extraordinaria que hemos hecho en forma clara y categórica, porque nuestra organización hoy está trabajando en forma transversal, con todas las áreas y gerencias bien unidas para aprovechar de mejor manera los recursos.
¿Cómo se generó la deuda?
-Desde el 2012 que la empresa no tenía números azules, hoy hemos revertido esa situación, pero en el transcurso del tiempo se generó y se fue aumentando por la situación antes señalada. También considerar que el precio del cobre ha subido. Nosotros le pagamos a nuestros proveedores el servicio de maquilarles y eso ha significado un mayor capital de trabajo para la Enami.
-Hoy hemos logrado que ese capital de trabajo baje, merced a las medidas que hemos tomado ya mencionadas. Lo importante es que los pequeños mineros no se han visto afectados. Los acreedores son bancos de la plaza, principalmente. Lo importante es que hemos logrado revertir la situación, como es rebajar la deuda que mantiene Enami.
Usted acaba de resaltar que terminaron el ejercicio 2021 con cifras azules, considerando que el último año positivo había sido en 2012.
-Efectivamente, así es. El resto de los años nos generó una pérdida total de aproximadamente 500 millones de dólares, un tremendo vacío que Enami ha tenido que arrastrar durante todo este tiempo.
Hace un tiempo, la gerencia de Enami afirmó que el 2020 se acabarían las emisiones de anhídrido sulfuroso que la fundición Paipote lanza al espacio. En rigor, se habló de una captura del 99,99 por ciento de los gases… Sin embargo, eso no ha sido así, de hecho los episodios críticos han continuado hasta ahora.
-Qué bueno que me hace esa pregunta, porque Enami ha hecho un esfuerzo extraordinario, invirtiendo 90 millones de dólares en este esfuerzo ambiental, logrando bajar en más de un tercio las cargas de emisiones, es decir, de 14 mil toneladas por año ha bajado a cerca de 2 mil 500 toneladas. Esto es un tremendo resultado. Enami ha mejorado la captura tanto de azufre como de arsénico en forma muy importante. En ambas situaciones ha capturado tres o cuatro veces más de lo que hacía tres años atrás.
Teniendo presente el espíritu regionalista que impera en los convencionales y en el propio futuro gobierno, ¿Es posible pensar en la instalación de la gerencia nacional en Copiapó?
-Eso le corresponderá revisarlo y aprobarlo al próximo gobierno, por lo tanto, sería un poco imprudente de mi parte que me manifieste sobre ese respecto; por de pronto, mi objetivo es formar un equipo de profesionales que sea capaz de dejar esta empresa con números azules.
Ustedes han dicho que para seguir bajando la deuda de Enami en abril se rematarían algunos activos de la empresa. Sin embargo, para cierto sector crítico, eso sería como el inicio del ingreso de privados a la empresa. ¿Piensa lo mismo?
-Un NO rotundo. Enami tiene más de cuatrocientas propiedades a lo largo del país, las que tienen un costo tremendo para permitir que sigan andando. Por ejemplo, yo, como vicepresidente ejecutivo, tengo una casa de veraneo en Bahía Inglesa, todos los ejecutivos tenemos un buen sueldo y, por lo tanto, el Estado no tiene por qué hacerse cargo de nuestras vacaciones, por lo tanto, esa casa no tiene ningún sentido que exista, por el contrario, es un buen ejemplo de lo que se debe vender. También existen otras propiedades, como un campo al interior de Cabildo, el cual se adquirió sin ningún fin, un campo que no tiene ninguna utilidad. En principio, ese terreno se compró para convertirlo en un poder de compra, pero como no existe agua en ese sector, no se puede trasladar hasta allí ese poder de compra.
“La idea es ir enajenando por parte, comenzando con los bienes de mayor impacto, mayor costo de mantención, mayor valor de la tierra y del activo. Ese era el concepto inicial, con una licitación transparente, no remate. Como tercer punto, aclarar que todos los activos que tengan que ver con los trabajadores van a ser consensuados, considerando las negociaciones sindicales y los convenios colectivos, hablando primero con ellos, para luego analizar cómo compensar o, en caso contrario, cómo declaramos desierto el concurso. Pero, lo importante es aclarar que nunca se pensó en pasar por sobre los sindicatos, ni menos por sobre los trabajadores.