Hace un par de meses, a partir de un estudio del INE, recibimos unas cifras contundentes: los adultos mayores serán más de un tercio de la población chilena para el 2050. Si bien esto trae consigo muchas decisiones que se deben tomar en todas las direcciones a corto, mediano y largo plazo, es necesario preguntarnos ¿Cómo nos estamos relacionando los chilenos con la tercera edad?
Antes de precisar algunas señales que hemos aprendido en nuestro relacionamiento con ellos, es prudente comprender lo que nos entregó el INE y valorarlo en la medida de lo que es: poder anticiparnos a algo que aún no llega pero sabemos con certeza que llegará. Creo que durante los últimos años hemos aprendido la lección de lo que implica tener respuestas reactivas a problemas macros, ya sea en el marco del estallido social o de la pandemia. Esto implicó buscar respuestas apresuradas a problemas complejos, desechando el ejercicio de la reflexión y comprender la complejidad de la sociedad chilena.
Dicho lo anterior, el estar presentes en lugares donde adultos mayores son atendidos, como en residencias dedicadas a ellos donde les brindamos servicios de alimentación y limpieza, nos ha permitido conocer en profundidad sus necesidades, expectativas y aspiraciones.
Entonces ¿Qué hemos aprendido?
Primero, conocer datos relevantes para entender esta etapa de la vida en estos tiempos. Es prudente comprender que los adultos mayores son un actor más que compone nuestra sociedad, y cómo tal, es necesario validarlos como tal. Cerca del 80% de las personas a las que asistimos son autovalentes, muchos de ellos van al cine, de paseos, a la playa, etc. Es decir, buscan mejorar su experiencia de vida, y no así detenerse a mirar como todo ocurre sin ellos.
También, ellos esperan una personalización en el trato, eso implica que no son ellos y somos nosotros, existimos todos dentro de una sociedad compleja. A modo de ejemplo, en cuanto al servicio de su alimentación, no podemos relativizar su alimentación y hacer de esta algo genérico, de lo contrario, enviamos señales equívocas haciéndoles sentir que no existe comprensión y una escucha activa hacia ellos.
En la compañía, todos nuestros colaboradores tienen presente que la humanización del servicio es clave para fomentar relaciones virtuosas. Un trato cordial, respetuoso y empático, sin vulnerar ninguno de sus derechos ni ningún tipo de discriminación es fundamental para hacerlos sentir vigentes y activos, ya que sabemos a ciencia cierta que la soledad para una persona de tercera edad es un camino sin retorno.
Todos estos aprendizajes, que desde Sodexo hemos comprendido compartiendo con adultos mayores, debe ser parte de la base de la sociedad que seguimos construyendo. Y como lo mencioné al principio, podemos transitar este camino de manera proactiva. El tiempo es hoy.
Agueda Fica
Directora Salud & Educación Sodexo Chile