Señor Director:
Es la mugre y decadencia hecha ciudad.
Hedor y pestilencia propios de los delincuentes, de los narcotraficantes, prostitutas, mercaderes, reducidores, prestamistas, drogadictos, marxistas y de los “todes”.
Santiago de Chile, nuestra antigua amada ciudad, ha sido transformada en el gran alcantarillado de aquella entelequia denominada “Latinoamérica”. De hecho, no es Santiago de Chile sino “Santiago de Perú”, “Santiago de Venezuela” o “Santiago de Haití”… Una favela infernal sin identidad, sin raíces y sin historia pues le pertenece a los parias “sin Dios ni Patria” del mundo globalizado.
Pues el chileno es ya un foráneo en la capital de nuestro país.
Este perverso sino se esparcirá –ya lo ha hecho– a las regiones, con la imposición irreversible del “Nuevo Chile” –antítesis perfecta del “antiguo” Chile, el único y verdadero Chile–.
Los agentes de la Sinarquía Mundial han determinado nuestra exterminación a través del reemplazo poblacional. Pues nosotros, los descendientes de los forjadores de la nación, seremos absorbidos por la ‘genética’ de los “nuevos chilenos”.
Es el fin de la raza chilena, de nuestra visión del mundo, de nuestra historia, de nuestro peculiar lenguaje y de nuestras costumbres.
En el paisaje –en la sagrada Naturaleza del Chili Mapu–, resuena este fin: Es la extinción de la flora y fauna nativa, el derretimiento de los glaciares, los grandes incendios de bosques vernáculos y la contaminación y desaparición de los cursos de agua y la proliferación de las “zonas de sacrificio”.
La perfecta correlación –sincronística– del destino o fatum entre el hombre y el paisaje.
Comprendamos: Los enemigos de Chile celebran el “nuevo Chile” porque han socavado las bases de nuestra nación: La idea de patria –y sus fronteras–, del hombre, de la mujer, de la familia y de los valores tradicionales –los únicos– y por cierto, la destrucción del paisaje.
Santiago de “Chile” es el modelo de este siniestro protocolo.
Es el fin de Chile.
Rafael Videla Eissmann
5 de Diciembre de 2022