Por Karín Bustamante, ingeniera civil en minas y mentora del Programa PROVOCA
STEM corresponde a una sigla en inglés asociada a las áreas del conocimiento de las ciencias, las tecnologías, la ingeniería y las matemáticas; un espacio en el que Chile figura con las menores tasas de mujeres universitarias graduadas entre 18 países de Latinoamérica y El Caribe, según un estudio de ONU Mujeres de 2020. De hecho, en la lista registramos el menor porcentaje de mujeres graduadas en el área de las tecnologías de la información y comunicación (12.7%), el tercero con menor índice en ingeniería, manufactura y construcción (17.7%) y el cuarto en el área de ciencias naturales, matemáticas y estadísticas (46.5%). La ingeniería es por tanto un área en la que la mujer aún tiene mucho por contribuir para revertir tan lamentables indicadores y evitar la pérdida de talento femenino.
Nací en Rancagua y siempre soñé con trabajar en la región de O´Higgins. Hoy cumplo un poco más de 2 años de trayectoria laboral y me confieso enamorada de la Ingeniería Civil en Minas, una carrera que por muchos años excluyó al género femenino, pero que hoy poco a poco brinda mayor participación a las mujeres.
Ingresé al Programa Graduados de Codelco y hoy soy parte de la Dirección de Geomecánica Divisional en El Teniente. Como ingenieros geomecánicos velamos por el cuidado de unos de los principales riesgos en la minería del caving, que corresponde al Estallido de Roca, mediante la aplicación de lineamientos y reportes, para dar cumplimiento en el corto plazo a los programas de producción anual. Desde mi rol, analizo la estabilidad del macizo rocoso para reducir los riesgos asociados a la actividad minera y la sismicidad, entre otros aspectos. Si bien aún somos pocas mujeres en esta área, trabajo a la par de ingenieros, contratistas y proveedores, sintiendo el respaldo de mis compañeros y compañeras, así como de las jefaturas.
En El Teniente además existe la posibilidad de desarrollar la trayectoria laboral y seguir capacitándonos, adquiriendo nuevas competencias técnicas. Estas habilidades profesionales deben complementarse con otras herramientas comunicacionales, operacionales y de liderazgo, de modo de mantenerse en la industria y así evitar la fuga de talento femenino en el sector. En este sentido, agradezco la oportunidad de ser parte del programa de mentoría PROVOCA y de la Red de Ingenieras en Minas (RIM).
Ser mentora en el programa PROVOCA, de AUI/NRAO, que busca promover, acompañar y retener el talento femenino en las STEM, ha sido de gran utilidad en mi trayectoria formativa, ya que me permitió identificar y encarar situaciones muy frecuentes en la experiencia femenina en disciplinas dominadas por largo tiempo por el hombre. Ahí aprendí sobre el síndrome de Techo de Cristal, que nos impide optar a cargos de alta dirección; o el de la Tiara, que nos lleva a tomar una actitud pasiva para pasar inadvertidas, en vez de empoderarnos para generar cambios protagonizados por nosotras mismas. Si bien en mi trabajo no he sido testigo de estas situaciones, sí es importante conocerlas para comunicarlas y guiar a otras profesionales que sí han pasado por ellos.
Ser mentora me ha permitido compartir mi experiencia universitaria y laboral, de modo que las nuevas generaciones de mujeres STEM no se desanimen y perseveren en su carrera, además de fortalecer redes de contacto constructivas para compartir consejos y retroalimentar la sororidad. Tengo la convicción de que los equipos diversos, más allá del género, son tremendamente enriquecidos para abordar desafíos en común, promover la competencia positiva y el desarrollo humano, valorando las características de cada integrante de un equipo y su impacto en el resultado final.
Las últimas cifras indican que la participación de mujeres en empresas mineras durante el 2022 aumentó un 17,4%, un número que si bien muestra un compromiso por elevar la cuota de paridad, aún representa un importante desafío para mejorar la participación femenina en minería. Es tiempo de que la familia, los educadores, las universidades y centros de formación técnica, y las empresas; incentiven la incorporación de la mujer en la hoja de ruta minera, uno de los principales motores productivos de nuestro país.