No sólo las enfermedades afectan la salud femenina, la desigualdad de género también

  • Para entender la salud femenina, debemos considerar una serie de factores que van más allá de la biología. Los determinantes sociales son claves para entender por qué las mujeres se ven más afectadas por ciertas patologías.

Las patologías suelen afectar a hombres y mujeres por igual, pero hay algunas que tienden a tener una mayor prevalencia en ellas que en ellos. Por supuesto, en muchas oportunidades esto se debe a las características biológicas propias del sexo femenino, pero otras se fundamentan no sólo en factores biológicos sino también en otros como los socioculturales.

En el 2001, la Organización Mundial de la Salud (OMS) acuñó el término de medicina de género (gender medicine), que pretende entender y explicar por qué factores -además del biológico- determinan la salud y una incidencia mayor de ciertas enfermedades en mujeres por sobre los hombres. “La salud de las mujeres también está influenciada por determinantes sociales de salud como el lugar donde viven o cómo crecen, junto con las condiciones propias de los sistemas sanitarios que influyen directamente en nuestro desarrollo”, indica Magdalena Galarce, médica de servicios clínicos y farmacéuticos de Farmacias Ahumada.

Estos determinantes, entre los que se encuentran las normas, expectativas y funciones sociales que aumentan las tasas de exposición o vulnerabilidad frente a riesgos para la salud, han sido claves para generar inequidades sanitarias como falta de acceso a atenciones, productos y medicamentos que son claves para el bienestar general de las mujeres. Para ilustrarlo, por ejemplo, las mujeres que viven en ambientes obesogénicos (influencias del entorno, oportunidades o condiciones de vida que fomentan la obesidad en personas o poblaciones) tienen tasas de diabetes más altas, o sólo el 37% de las mujeres que viven en situación de calle cuentan con los productos necesarios diarios durante su periodo menstrual, de acuerdo a un último estudio realizado por el Servicio Nacional del Consumidor (SERNAC).

Galarce complementa esto último señalando que la falta de toallas sanitarias, tampones o copas menstruales agrava la salud de millones de mujeres que no cuentan con los recursos para acceder a ellos y terminan ocupando productos antihigiénicos o por un tiempo prolongado que no es recomendable. “Esto puede provocar infecciones por hongos o bacterias, por la retención de humedad que acelera el crecimiento de microorganismos nocivos, alterando el pH de la región vaginal y la microflora de la zona. Además, estas infecciones pueden llegar al tracto urinario lo que podría generar complicaciones graves”, enfatiza.

“Es imperativo que las respuestas de los sistemas de salud estén basadas también en el género. No sólo en la prestación de servicios o en la investigación de patologías en ellas, sino que también en el acceso a productos, tecnologías y financiamiento. En este sentido, las mujeres ganamos menos, pero pagamos más por productos que consumimos, ese valor agregado que conocemos como “impuesto rosa”, que incluye muchos productos sanitarios”, añade la profesional.

Por eso, a pesar de que las mujeres son más longevas que los hombres (82 versus 77 años, respectivamente, según el Instituto Nacional de Estadísticas), la morbilidad o la cantidad de personas que enferman en un lugar y momento determinado en relación con el total de la población, es mucho más elevada en ellas.

¿Cuáles son las enfermedades más frecuentes?

Por una parte, encontramos aquellas patologías exclusivas del género y ligadas a los órganos femeninos y, por otra, las con mayor incidencia por causas biológicas o por las determinantes sociales ya comentadas. Revisemos algunas de ellas.

–        Enfermedades cardiovasculares: Estas enfermedades son la primera causa de muerte en mujeres en el mundo y en nuestro país. Se estima que casi el 30% de ellas mueren por estas patologías. El problema de estas cifras no suele ser la muerte en sí, sino la edad en la que aparecen las enfermedades y la afectación en la calidad de vida de las mujeres que las padecen. Según explica la especialista, “la mujer suele consultar en forma más tardía, pues la presentación del dolor tiende a ser atípica y muchas veces se confunden con otras causas”.

–        Infecciones en las vías urinarias: Son las infecciones que se pueden producir en cualquier parte del aparato urinario (riñones, vejiga, uréteres o uretra) y las mujeres son más proclives a desarrollar una patología de este tipo porque la uretra es mucho más corta que la de los hombres, por lo que las bacterias no recorren mucha distancia para colonizar los tejidos. Entre el 50 y el 70% de las mujeres experimentará alguna infección de este tipo en su vida.

–        Osteoporosis: Aparece cuando el cuerpo descompone más tejido óseo del que puede reponer. Las mujeres son más proclives a padecerla pudiendo ser una de las causas el desequilibrio hormonal provocado por la menopausia. Afecta a más de 200 millones de personas a nivel mundial, aunque en sí, no es la única amenaza, ya que las fracturas de columna y cadera, que se producen como una de sus complicaciones, sobre todo después de caídas en personas mayores pueden ser muy graves. Una paciente puede desarrollar discapacidad e incluso riesgo de muerte prematura.

–        Depresión: De acuerdo a la última Encuesta Nacional de Salud, la prevalencia de ésta en la población chilena mayor de 18 años fue un 6.2% mayor en mujeres que en hombres, teniendo el doble de probabilidades de desarrollarla según estimaciones a nivel mundial. Esto puede explicarse por las fluctuaciones hormonales en el organismo de la mujer a lo largo de su vida, “pero también por los roles instaurados en las distintas sociedades, además de experiencias traumáticas, consideremos que una de cada 3 mujeres sufrirá violencia sexual en algún momento. Al ser una patología multifactorial, es necesario diagnosticarla y tratarla de la misma manera ya que, incluso, puede derivar en el suicidio”, sentencia Galarce.

Sin duda que hay muchas más patologías que afectan en mayor medida a las mujeres. Sin embargo, es fundamental que hoy seamos conscientes de que la salud de este grupo debe considerarse no sólo desde la biología, sino que también desde otros factores -como los mayores costos en los productos femeninos- que determinarán el acceso y posibilidades y tipo de tratamiento. “El conocimiento de los riesgos y las enfermedades propias de las mujeres puede contribuir a proteger y reforzar la salud de ellas”, finaliza la profesional.

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