Cristina Bravo Bassi
Abogada
¡Los proyectos carentes de reflexión fracasan; tendrán éxito si han sido bien madurados![i]
Chile está en crisis, y esta última parece no tener un fin próximo, por el contrario, el descontento ciudadano, la inseguridad, el desempleo, la inflación y el alza en los impuestos, no son sino un mero reflejo del Chile de hoy, junto a su descenso innegable y evidente.
Lamentablemente, la esperanza de muchos recae en la redacción de una Nueva Constitución para Chile, esperanza que se vio potenciada por discursos populistas, por los medios de comunicación, por la astucia pactada por las cúpulas de los partidos políticos y por la fragilidad intelectual que tenemos los chilenos. Resulta triste observar la confusión jurídica que posee el grueso de la población chilena, al creer que una Nueva Constitución por arte de magia arreglará la vida de los chilenos, ignorando la diferencia entre materias de ley v/s materias constitucionales.
Chile buscaba mejoras en seguridad, salud, educación, pensiones, (entre otras), la mayoría de ellas, materias de ley y de políticas públicas, guiadas por el congreso y/o por el gobierno de turno, sin embargo, los partidos políticos de centro derecha y la izquierda, han acordado nuevamente la redacción de una Nueva Constitución, bajo un segundo acuerdo jamás consultado a la población y contrarios a la decisión de los chilenos, ya que el rechazo lapidario a la patética Constitución redactada por constituyentes escogidos popularmente en el proceso electoral anterior, fue zanjado en el plebiscito de salida, pero, la soberanía nacional no fue escuchada.
“No son las constituciones el camino para dar saltos importantes en prosperidad, y de hecho, la Constitución actual que existe en Chile es aquella bajo la que hemos tenido el periodo de mayor estabilidad democrática y prosperidad de la historia del país. Voy a recordar en este momento, que es importante saberlo, que esta Constitución fue refrendada en un plebiscito con el 91% de los votos el año 1989, después de que partidos de oposición y el gobierno de entonces, se pusieran de acuerdo en más de 50 reformas. Este no es el plebiscito de principios de los 80, es el del 89, validado por todos los actores.
Luego, la Constitución actual, sufrió más de medio centenar de reformas, o fue objeto de medio centenar de reformas, y más que eso, el año 2005 con un texto completamente nuevo, y por eso lleva hoy día la firma del ex Presidente Ricardo Lagos, quién declaró textualmente que «por fin Chile tenía una Constitución de unidad nacional y que representaba el espíritu democrático…»[ii], esas fueron las palabras de Lagos, «…de todos los chilenos«, eso fue el año 2005. Después del 2005, ha sufrido otras reformas nuestra Constitución, lo cual aproximadamente lleva a que haya experimentado unas 200 reformas, y que, por tanto, casi no hay artículo de la Constitución que no ha sido reformado”.[iii]
No obstante a lo anterior, nos enfrentamos a un nuevo y costoso proceso de elecciones, esta vez, de “Consejeros Constitucionales”, proceso propio de países latinoamericanos y tercermundistas, y que no han generado ningún cambio ejemplar y menos loable, por el contrario, sólo subdesarrollo en todas sus aristas, alejándose de países como Alemania, Francia, EEUU, Italia, Japón que, han mantenido sus Constituciones y mejorado su calidad de vida, sólo, a través de materias de ley y políticas públicas.
Es un hecho que, este nuevo proceso de redacción constitucional tiene ciertos límites acordados y que a simple vista no resultan descabellados, sin embargo, ¿Podemos confiar en que ese acuerdo pactado entre las cúpulas de los partidos políticos sea cumplido en su totalidad?
Cierto es que, si el nuevo texto constitucional fuera nuevamente rechazado en el plebiscito de salida, no debiera sorprendernos que, exista un tercer acuerdo entre las cúpulas políticas por seguir intentando modificar nuestra Carta Magna a su antojo y conveniencia, ya que, lo único que se puede rescatar de la izquierda, es su perseverancia, y, mientras la derecha siga cediendo espacios, la izquierda radical va a lograr a toda costa, erradicar la libertad y tomarse el poder.
Desde el año 2019, la política ha mostrado un rostro desconcertante, embelesada por el egoísmo, el resentimiento y la ineptitud, y nosotros como ciudadanos medios, no tenemos sino, la opción de manifestarnos por medio del derecho a sufragio, razón por la cual, este 7 de mayo, tenemos el deber de votar por defender nuestra patria y recuperar Chile, votando por un candidato que nos represente, o bien que al menos, tenga las competencias técnicas en Derecho y el carácter suficiente, para defender principios y convicciones que deben ser plasmados en el texto constitucional.
No seamos indiferentes en estas próximas elecciones, escoge a tu candidato con discernimiento y sabiduría; ¡Chile nos necesita!