La feliz escapada de Roberto Raúl Turres, el intendente de Atacama hasta el 11 de septiembre de 1973

Durante la mañana del martes 11 de septiembre de 1973, el comandante del Regimiento de Ingenieros de Copiapó, Manuel de la Fuente, llegó hasta el despacho del intendente de la Provincia de Atacama, Raúl Omar Turres Turres, para informarle acerca de lo que estaba ocurriendo en Santiago, respecto de lo cual el político militante del Partido Radical ya estaba enterado, porque tenía la costumbre de sintonizar el primer informativo de Radio Portales que se emitía a las 7 de la mañana.

“Yo tengo órdenes de tomarlo detenido, pero como somos amigos no lo voy a hacer. Al contrario, lo voy a ayudar, así es que usted se va a ir a Vallenar de inmediato y ahí se queda tranquilo”, fue la indicación del militar.

¿Pero, en qué me voy, si no hay locomoción?, inquirió el depuesto jefe del gobierno atacameño.

“No se preocupe. Usted se va a ir en el auto de la intendencia y yo voy a mandar que lo vayan a dejar. Si lo paran en el camino, el chofer (que era un militar) portará una carta salvoconducto con mi firma, así es que usted váyase tranquilo”.

Cincuenta años después, su hijo Roberto Raúl Turres Osorio (78 años) recuerda que esta amistad entre ambos personeros fue propiciada por su padre, quien siempre tuvo la gentileza de invitar al jefe del Regimiento a todos los actos públicos a los que él acudía, porque sentía una alta estima por la persona del jefe de la guarnición local.

Así, por ejemplo, Turres Jr. cita la histórica ceremonia de creación de la comuna de Diego de Almagro, cuya acta lleva la firma de su padre, quien para darle realce al acto invitó al Regimiento, encabezado obviamente por el comandante De la Fuente, siendo esta ceremonia la primera ocasión en que en esa naciente comuna se presenciaba un desfile con la participación de un destacamento de las Fuerzas Armadas.

Antes de abordar el automóvil fiscal que lo llevaría de vuelta a su tierra natal, el comandante le dio un consejo: “Don Raúl, si usted ve que no se siente muy seguro en Vallenar, váyase de inmediato a Santiago, pero no deje de comunicarse conmigo”.

Fue tal el aprecio que el uniformado sentía por Turres que, años más tarde, lo ayudó a tramitar su jubilación.

“Mi padre era profesor y se iba a jubilar con una miseria de pensión, pero el comandante  De la Fuente le dijo ´déjeme a mí hacerle los trámites´, logrando que jubilara con su sueldo y grado de intendente”, agrega Turres Osorio.

El “Chico” Turres nunca dio la dirección de donde vivía en Santiago, ni siquiera a su propia familia. “Cuando mi madre viajaba a Santiago para verlo, él iba donde ella, jamás le dio su dirección. Un día, alguien nos pasó el dato que lo habían visto trabajando en una oficina de contabilidad en Maipú, así es que me vestí de Sherlock Holmes y me puse a buscarlo, llegué como a cuatro oficinas contables sin resultados positivos, hasta que un día entré por tincada a una oficina medio escondida que había en esa comuna, logrando dar con su paradero”.

Los vallenarinos de antaño que lo conocieron sabían que Turres era un activo dirigente deportivo, en cuyo ámbito se ganó el mote de “ras-ras”. Así fue que ocupó la presidencia de las asociaciones vallenarinas de Básquetbol, Boxeo y Tenis de Mesa; además, fue eterno secretario de la Asociación de Fútbol que presidía Daniel Fernández Rojas.

“Mi taita también animaba las veladas boxeriles que se hacían en el Estadio Marañón a tablero vuelto. Un día cuando daba los pormenores del borderó, dijo: ´ingresos, tanto; gastos, tanto, así es que quedamos ras – ras´, y desde ahí quedó para siempre con ese mote”, confesó su hijo Roberto.

Raúl Turres falleció en Santiago el 2007, a la edad de 87 años y sus restos descansan en el Cementerio General

PD: En estricto rigor, el comandante del Regimiento de Ingenieros de Copiapó era Oscar Haag Blanchke, pero la historia la cuenta tal como fue escrita el propio entrevistado.

 

Por: Sergio Zarricueta Astorga

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