Recientemente fue publicada la cifra de desempleo del instituto Nacional de Estadísticas correspondiente al trimestre febrero – marzo – abril, que alcanzó un 8,7%, un 1% más que igual período del año pasado, lo cual confirma lo que ya esperábamos: el mercado laboral sigue debilitándose.
Si bien las expectativas apuntaban a tener una cifra mayor en este período, el escenario que se proyecta no cambia, al menos para el corto y mediano plazo, con una economía ralentizada, disminución de la inversión, altos niveles de incertidumbre, entre otros factores que generan un ambiente poco alentador, pero que, sin embargo, tenemos el deber de transformar en oportunidad.
La Ley de las 40 horas recientemente promulgada en nuestro país, junto con el aumento del salario mínimo a $500.000 en julio 2024, no nos pueden paralizar y solamente hacer pensar que los costos de contratación serán mayores. Sucumbir ante ello sería un error.
De hecho, este nuevo escenario nos desafía a ser capaces de transformar nuestro mercado laboral en un ecosistema más atractivo, de manera de no perder competitividad en este mundo que avanza sin frenos. Para ello será necesario que tanto los colaboradores, las empresas, las instituciones educacionales y el Estado, se alineen en las nuevas competencias que requiere el mercado laboral, hoy y a futuro, y a la vez trabajen en delinear, de manera correcta, la vida formativa de una persona que viva en Chile. Tal como se entendió que el inglés era una competencia necesaria de enseñar en la etapa escolar, debemos comprender que las habilidades digitales, como la programación, ya son parte de esta urgencia de capital humano, la cual debe trabajarse desde una edad temprana para no sentirse ajeno a ella.
Desde el punto de vista de la vida laboral, hoy tan solo el 4,97% de las personas contratadas han recibido algún tipo de capacitación durante el último año, mientras que las empresas preferentemente optan por cursos específicos (muchas veces de baja cualificación), en lugar de generar planes de formación que lleven a los colaboradores a un aprendizaje sostenido en el tiempo. En esa línea, es importante recordar que generar conocimiento constante es clave para el futuro de nuestro país, sin el capital humano adecuado, difícilmente podremos avanzar como sociedad.
Obteniendo mejores herramientas de trabajo, competencias laborales e incentivando un mercado de contratación formal (de manera de disminuir la precariedad que conlleva la informalidad), seguramente podremos tener un país más pujante y más competitivo en estos nuevos tiempos.