Por Manuel Viera Flores
Dr. Economía Minera y Finanzas
Ceo & Managing Partner
Metaproject Chile – Perú
La política de Chile respecto de la producción de litio se encuentra restringida, por ley el litio fue clasificado como recurso estratégico entre los años 1970 y 1983. En esta época, durante la carrera armamentista de las grandes potencias, se diseñó el marco institucional del litio, que fue declarado como un recurso reservado para el Estado, no concesible y excluido del régimen de propiedad minero general. Además, se definieron los mecanismos de participación estatal y privada en el aprovechamiento del litio en Chile. En nuestro país, el litio mineral no metálico, ha sido declarado de interés nacional.
Para las concesiones de explotación posteriores a 1979, mediante art. 19 No. 24 de la Constitución Política de la República y el art. 8 del Código de Minería (1983) se establecieron tres modalidades: a) por el Estado o por sus empresas; b) por concesiones administrativas y; c) por contratos especiales de operación (CEOL). A mi juicio, este es el mayor impedimento que tiene Chile para desarrollar con mayor agilidad la producción de litio con mayor valor agregado, pudiendo llegar perfectamente a tener una participación de mercado al menos un 50% superior a lo actual.
Los informes de JP Morgan y Cochilco que predicen una caída al cuarto lugar en la posición de Chile como productor de litio, son correctos, debido a la poca visión de nuestro país en aprovechar de manera agresiva la bonanza de los buenos precios, y la alta demanda del litio que se requiere para enfrentar el cambio climático. A diferencia, como lo han hecho Argentina, que tiene más de 20 proyectos en desarrollo, Australia, China y otros países, que han declarado al litio como un mineral crítico que se acabará antes del 2050.
Chile adolece la falta de proyectos nuevos para aumentar la producción con mayor valor agregado, es decir, fábricas de baterías o cátodos de litio al menos. Mientras esté en manos del Estado será muy difícil que despegue como lo está haciendo Argentina, más bien estamos como el concepto del perro del hortelano. Peor aún hay una amenaza latente con las baterías de sodio, cuyos estudios muestran que almacena tanta energía como las baterías equivalentes de litio y mantiene más de 80% de su capacidad después de mil ciclos de carga y descarga, y más baratas, entonces vuelve el fantasma del salitre una vez más.
Chile debe abrirse a una alianza público privado, pero administrado por privados, esa es la clave. La política nacional del litio anunciada por el presidente Gabriel Boric es solo una utopía que no refleja la realidad de lo que está pasando en el mundo, pues no considera ningún cambio legal al Estatuto Jurídico del Litio actualmente vigente. Se han identificado en nuestro país 45 salares y 18 lagunas salinas, con un total de 18 depósitos con potencial de explotación, de acuerdo a los estudios preliminares de Sernageomin. A nivel mundial, Chile concentra el 11% del total de reservas del mineral, después de Bolivia y Argentina, que presentan un 23,6% y 21,3%, respectivamente. Sobre la producción global, Chile tiene un 26% y solo es superado por Australia, con un 55% del total.
En la última década, el litio ha despertado especial interés en el debate internacional por su estrecha vinculación con la transformación energética y las políticas de cambio climático refrendadas en el Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Con el boom del litio, muchos países comenzaron la búsqueda de este vital mineral en sus territorios, mediante técnicas modernas satelitales y han tenido éxito, como Portugal, Suecia, China, Finlandia, España, Austria, Kazajistán, Namibia, México, Perú, Zimbabue, Brasil, Ghana, República Checa, Serbia etc. Todos con muy buenas políticas públicas para su rápido desarrollo. Para los inversionistas el costo de producir no es relevante comparado con el alto precio, y las grandes rentabilidades que ofrece.
De acuerdo con datos a enero del Servicio Geológico de Estados Unidos, hay un total de 98 millones de toneladas en recursos y reservas identificadas de litio en el mundo. Las fluctuaciones de los precios no serán tan severas debido a una demanda insatisfecha y una oferta aún en desarrollo, claro está que para 10 años más podría existir una sobresaturación de producción que podría hacer caer los precios, como también el reemplazo por un mineral más económico para las baterías como el níquel y cadmio.
Insisto, Chile está con una inercia incomprensible, para sacar mejor provecho requiere mayor agilidad y mejores políticas públicas realistas. Acompaño los recursos de litio por país:
- Bolivia: 21 millones de toneladas.
- Argentina: 20 millones de toneladas.
- Estados Unidos: 12 millones de toneladas.
- Chile: 11 millones de toneladas.
- Australia: 7.9 millones de toneladas.
- China: 6.8 millones de toneladas.
- Alemania: 3.2 millones de toneladas.
- República del Congo: 3 millones de toneladas.
- Canadá: 2.9 millones de toneladas.
- México: 1.7 millones de toneladas.
El consumo del litio es considerado clave en la transición energética, incrementado significativamente en los últimos años por un mayor uso en baterías recargables empleadas en autos eléctricos, dispositivos electrónicos portátiles, herramientas eléctricas y almacenamiento de energía, la oportunidad de Chile es única e histórica, pues su litio proviene en gran medida de salmueras y su costo de extracción y producción es menor que en otros yacimientos como los de Australia.
Industrializar es diversificar, pues pasaríamos de una industria extractiva a una industria manufacturera y eso sí es un gran avance. Lo que sí hay que hacer es aprovechar esa bonanza que ha hecho que el litio haya subido un 1.200 por ciento en los últimos dos años.
El litio tiene que pagar un 40% en impuestos y royalties mineros y es interesante destacar que el fisco recaudó el año pasado, aproximadamente, 5 mil millones de dólares por este concepto, mucho más que la minería del cobre.
China domina el 80 % del mercado mundial de hidróxido de litio por su posición tan dominante en su capacidad para refinar el metal. Mi recomendación es que Chile debe declarar al litio como mineral crítico, dejar sin efecto que el Estado se reserve el derecho de explotarlo solo, e invitar a los inversionistas a invertir en el país explotando el litio, pero con valor agregado, es decir, productos terminados o elaborados. Asociarse con privados para una súper refinería aprovechando las reservas del triángulo del litio, y debe seguir el ejemplo de países como Nueva Zelanda, México, donde los inversionistas deben invertir en el país si quieren sus minerales, pero con valor agregado para tener beneficios tributarios en la venta, la administración debe ser del privado, es urgente industrializar el litio instalándose fábricas e industrias a su alrededor. Aprovechar la buena imagen de país serio para invertir, así podemos mejorar la posición de mercado y generar más divisas para Chile.
Entonces producir productos elaborados de litio ya no es opción, es una obligación para Chile.