- Devoción a la Virgen del Carmen se vivió con fuerza en Atacama.
- La fiesta en honor a la Virgen del Carmen se vivió con devoción y alegría en toda la diócesis de Copiapó.
En la capilla Nuestra Señora del Carmen, de la localidad de Los Loros, al interior de Tierra Amarilla, la comunidad celebró durante tres días. El domingo 16, Día de la Solemnidad, el obispo, Monseñor Ricardo Morales, presidió la misa de la Tarde.
En su homilía, el obispo invitó a recordar las palabras de la Virgen cuando, en las bodas de Caná, dice a los sirvientes que hagan lo que Jesús dice. “¿Qué nos dice Jesús hoy? -preguntó el obispo -Que tengamos fe, que crezcamos en el amor, que vivamos la caridad, que estemos cerca del dolor humano; del adulto mayor que nadie visita, del hermano migrante”. Llamó a llevar al Señor las tinajas de la desesperanza, del dolor y la frustración, “que el Señor las va a convertir en vino; vino de la alegría, del gozo, del saber que no estamos solos, que hay una comunidad, una familia, que nos sostiene, es por eso por lo que hoy estamos aquí, como hermanos y hermanas de la misma comunidad, en esta mesa cabemos todos, no sobra nadie”. Don Ricardo destacó la presencia de los bailes religiosos, “expresión de la fe alegre, gozosa”.
Después de la misa comenzó la procesión, en la que la imagen de la Virgen fue acompañada de los bailes religiosos Siervos de Dios, Tinkus, San Antonio y el Baile Árabe. A ello se sumó un grupo de jinetes. La procesión recorrió las calles de Los Loros para volver a la capilla y culminar la fiesta.
Más temprano ese domingo, el obispo presidió la procesión en el centro de Copiapó, con la comunidad de la Catedral, después de la misa de mediodía, En su mensaje, el obispo destacó la relevancia de la Virgen del Carmen en la historia nacional, y la devoción y el amor de las familias por esta hermosa devoción mariana. Como es tradicional, la imagen de Nuestra Señora del Rosario recorrió el centro de la ciudad con la escolta de la Banda del Regimiento.
La figura de Nuestra Señora del Carmen recibió el cariño y el homenaje en todas las comunidades de la diócesis, como muestra del amor del pueblo de Dios por quien es considerada por la Iglesia como Reina y Madre de Chile.