Pablo T. Silva Jordán
Socio GHI – Gestión Hidrología Ingeniería. Especialista en recursos hídricos UC Davis Chile.
¿Cuál es la esperanza de los niños y sus familias de las escuelas rurales Carlos Condell, José Santos Ossa y Samo Alto de la Región de Coquimbo?
A todas estas personas les falta agua para satisfacer sus necesidades básicas, pero comparten la esperanza de que existen alternativas que, a través de la gestión integrada y la implementación de tecnologías, serán capaces de vencer las dificultades ocasionadas por la sequía.
De acuerdo con los datos del Banco Mundial, la falta de seguridad hídrica afecta al 40% de la población global. No se trata de un problema exclusivo de la ruralidad chilena.
¿Cómo conseguir la seguridad hídrica en las áreas rurales y urbanas de Chile? La sequía y el cambio climático no son temas del futuro, son amenazas del presente. Tanto que, las proyecciones de disponibilidad de agua para el 2030 o el 2050 están más cercanas que los estragos en el Norte Grande del invierno altiplánico a principios del 2019 o los temporales que afectaron la zona central en 1997.
Durante el 2023 fuimos testigos de hechos que pensábamos llegarían mucho más adelante y que son un ejemplo de la variabilidad asociada al cambio climático, que se caracteriza por extensos períodos de sequía seguido de precipitaciones extremas, alta variabilidad climática, olas de calor o acumulación de horas de frío que afectan la fruticultura, turbidez extrema de algunos ríos que llevó a cerrar plantas sanitarias de agua potable o crecidas que destruyeron obras hidráulicas.
Los sectores rurales se encuentran más expuestos al adolecer de políticas públicas efectivas, contar con normativas inapropiadas para el desarrollo de proyectos sostenibles y tener problemas de calidad de las aguas provocados por algunos usos tradicionales e incluso los sistemas de tratamiento por la descarga de parámetros que no están regulados o contaminación difusa.
Son desafíos de carácter urgente, que deben asumirse enfoques multidisciplinarios y conjuntos de la academia, el sector productivo y organizaciones intermedias. Las sinergias del conocimiento científico, el desarrollo tecnológico y la innovación permiten impulsar una gestión integral de nuestros recursos hídricos.
Esta es el camino que sigue el Consorcio Tecnológico del Agua CoTH2O, que conforman la Universidad de Concepción, Pontificia Universidad Católica de Chile, Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA, UC Davis Chile Life Science Innovation Center, Universidad de Chile, Universidad Bernardo O’Higgins y Universidad Diego Portales. Además, considera la participación de más de 20 empresas de los sectores agrícola, sanitario, ingeniería, tecnología, industrial, telecomunicaciones y organizaciones de usuarios de agua.
La implementación de tecnologías aplicadas a las necesidades de sectores rurales es una de las líneas de trabajo que permiten de una manera innovadora, reducir la presión de un sistema que se encuentra sobre exigido, integrando mecanismos para que diversas necesidades hídricas sean complementarias en vez de competir entre sí por el agua.
En las zonas rurales, las tecnologías de reúso permiten tratar 50 metros cúbicos al año por habitante. Esto se traduce, si se toma toda la población que cubren los Servicios Sanitarios Rurales (ex APR), en el riego de más de 12.500 hectáreas agrícolas o el mantenimiento de áreas verdes urbanas o de sectores poblados. Estas alternativas u otras como la desalinización, carreteras hídricas o grandes embalses deben analizarse desde la perspectiva de la Gestión Integral de los Recursos Hídricos en cada cuenca, en donde las áreas costeras admiten soluciones distintas a las de los sectores altos.
Así, la integración de sistemas de reúso para efluentes domiciliarios con sistemas de riego agrícola aporta un caudal casi constante en temporada de riego, y permite en periodos de baja demanda, recargar obras de acumulación superficiales o subterráneas. De igual forma, la integración de proyectos de desalación en el borde costero con obras de acumulación permite “aplanar” el desbalance entre la curva de oferta y demanda, aumentando la rentabilidad por metro cúbico de ambos proyectos.
Las características de las cuencas y las necesidades de cada zona pueden ser diferentes y requerir soluciones distintas para alcanzar la seguridad hídrica y los casos de las escuelas rurales Carlos Condell, José Santos Ossa y Samo Alto son ejemplos de iniciativas que apuntan hacia una gestión sostenible e integrada.