José Navarrete Oyarce
Director Magíster en Tributación
Universidad Andrés Bello
Matrículas, permiso de circulación, útiles escolares, uniformes, entre otros, son parte de los gastos que asociamos a marzo. Si a esto se suma el hecho que es el mes post vacaciones, donde habitualmente hay más distención en los gastos, se genera una tormenta perfecta para cualquier familia. Prueba de ello es un reciente estudio que indicó que alrededor del 82% de los chilenos se endeudará para hacer frente a los gastos de este mes.
Según el estudio indicado, el 60% de los hogares se endeudará con tarjeta de crédito, 35% mediante avances en efectivo y un 5% a través de créditos de consumo. Si bien es necesario aclarar que la deuda, por sí misma, no es mala, toda vez que, a través de ella, se puede generar un efecto “palanca” sin el cual, por ejemplo, adquirir un bien raíz, sería imposible para el promedio de los hogares. Dicho esto, se puede diferenciar entre deuda “mala” y deuda “buena”, siendo esta última, la que es destinada a financiar activos, vale decir, bienes o derechos que son capaces de generar más dinero, tales como propiedades e inversiones en general.
Una situación distinta es cuando la deuda es utilizada para financiar gastos básicos, como alimentación, lo que sería un claro síntoma de un problema estructural en las finanzas de ese hogar. Para esto, los especialistas sugieren una serie de acciones, más o menos recurrentes, pero bastante útiles, teniendo como piedra angular, la confección de un presupuesto. Realizar un presupuesto, ya sea para una empresa o una familia, genera una instancia importante de análisis y conocimiento de los gastos e ingresos con los que se cuentan. A través de este ejercicio, por ejemplo, se pueden identificar los denominados “gastos hormigas”, que son aquellos desembolsos que pueden parecer pequeños, pero que sumados pasan a ser importantes. Por otro lado, en caso de tener que recurrir necesariamente a algún tipo de deuda, es necesario tener presente una serie de datos, tales como la tasa de interés, costos asociados, condiciones de prepago, entre otras. De esta manera, podemos tener la certeza de tomar la mejor opción y no la que se vea más sencilla.
Sin embargo, para lograr comprender todo lo anterior, es necesario que las familias se eduquen en estos temas. Si bien ha habido iniciativas gubernamentales en torno a esto, a través del SERNAC, la Comisión para el Mercado Financiero, CMF, entre otras, aún hay mucho que intervenir. Desde mi punto de vista, estos temas deberían ser parte del currículo en todos los colegios del país.