- Hasta ahora era administrador de la parroquia ubicada en la población El Palomar
Tras cuatro años como administrador parroquial, este domingo 14 de abril el padre Jaime Pizarro Díaz asumió como párroco de la parroquia Nuestra Señora de la Esperanza, de Copiapó, en la misa dominical, presidida por el obispo, Monseñor Ricardo Morales.
La misa comenzó con la lectura del decreto de nombramiento, a cargo de la secretaria Canciller de la diócesis, Ximena Cáceres. Luego tuvo lugar el acto de profesión de fe y el juramento de fidelidad del nuevo párroco ante el obispo y la comunidad. Continuando la celebración, el obispo bendijo el agua y luego la asperjó sobre las personas reunidas en el templo parroquial. Esto dio paso a la liturgia de la Palabra.
Obispo llama a no perder la paz
En su homilía, el obispo hizo eco de las palabras de Jesús en el evangelio: “No tengan miedo”, y “La paz esté con ustedes”. Dijo que existen muchas situaciones que causan temor y quitan la paz. “Ayer teníamos miedo por las lluvias; en las noticias vimos el bombardeo de Irán a Israel; miedo al Covid” pero destacó que “hoy, al instituir párroco al padre Jaime, el Señor nos dice ‘Yo estoy en medio de ustedes, yo los acompaño’, la presencia del sacerdote es presencia de Jesucristo”. Habló de la labor de un párroco en el acompañamiento de la comunidad, en la eucaristía y los demás sacramentos.
Don Ricardo llamó a tener paz en el corazón. “No nos desalentemos al ver nuestras heridas, porque esas heridas, esas dificultades son los dolores de una comunidad, y ahí está Cristo Resucitado; que sean signo de esperanza para mostrarnos que el Señor vence la muerte y nos regale esa paz que supera todo miedo”.
Luego de la renovación de sus promesas de ordenación, el padre Jaime recibió los lugares y objetos del ministerio: la sede presidencial, la fuente bautismal y el altar. Y después de la comunión, el obispo le hizo entrega de las llaves del Sagrario, y ambos firmaron los libros sacramentales.
La comunidad festejó este nombramiento manifestando al padre Jaime su cariño y cercanía, y ofreciendo a los asistentes una convivencia en uno de los salones parroquiales.