Y después del parto, ¿qué pasa con mi salud?

Más de un tercio de las mujeres sufre de problemas de salud de larga duración tras el parto. Qué hacer y cómo enfrentarlos es primordial para el bienestar de la madre y el recién nacido.

Mucho se habla de los cuidados que una mujer debe tener durante el embarazo, pero poco de lo que pasa después del parto, donde siguen enfrentando una serie de cambios físicos, hormonales y emocionales, que pueden traer problemas de salud que demandan cuidados y un seguimiento especializado.

El postparto o puerperio es el periodo que se inicia en el momento del parto -nacimiento de la guagua y expulsión de la placenta- y se prolonga por cerca de seis semanas, hasta que el organismo de la mujer vuelve al estado normal. “Sin embargo, durante estas semanas e incluso posterior, la mujer puede presentar varios problemas, algunos de ellos graves, que pueden ser invisibilizados por no contar con la información necesaria, por miedo y hasta por vergüenza”, indica Magdalena Galarce, médica de servicios clínicos y farmacéuticos de Farmacias Ahumada.

Una de las primeras complicaciones que algunas mujeres presentan justo después del parto son las hemorragias que, de no ser tratadas a tiempo, pueden resultar fatales para la madre. El sangrado vaginal o loquios es normal posterior a un parto ya que cuando la placenta se desprende del útero deja un área parecida a una herida que tarda varias semanas en cicatrizar. “No obstante, si el sangrado aumenta drásticamente, hay fiebre o los loquios son de mal olor, se debe recurrir inmediatamente a un servicio de urgencias”, detalla la profesional.

También están los entuertos, que son contracciones uterinas dolorosas (incluso algunas mujeres las describen como las contracciones de parto) que se producen, sobre todo, los primeros días tras dar a luz y es porque el útero está volviendo a su estado normal, o la mastitis, cuando se genera una infección en uno o ambos senos, producto de la penetración de bacterias a través de las grietas que se pueden producir al amantar o por obstrucción de un conducto mamario, si la mama no se vacía completamente en cada toma.

Y aunque la depresión post parto no es la única enfermedad que enfrentan las mujeres al ser madres (también existen otras afecciones mentales relacionadas a la violencia obstétrica que pueden experimentar durante el embarazo o al momento del parto), está cada vez más visibilizada, aunque sigue siendo un tema complejo para muchas madres. “Aún en muchas mujeres existe el miedo a ser consideradas malas madres, lo que ayuda a que tiendan a esconder o disimular síntomas, no los reconozcan como tal o, simplemente, los atribuyan a la disforia post parto o baby blue, ese período de irritabilidad, ansiedad, llanto o insomnio que suelen vivir los primeros días del puerperio”, relata Galarce.

Problemas a largo plazo

No obstante, una investigación dada a conocer el año pasado por The Lancet Global Health, con el respaldo de programas de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), además de otros organismos, mostró que 40 millones de madres experimentan problemas de salud que pueden persistir más allá de este periodo e incluso años tras el parto. Por ejemplo, más de un 35% de las estudiadas experimentaba dolor durante las relaciones sexuales, más de un 30% incontinencia anal y urinaria, un 24% ansiedad y un 17% depresión, entre otras.

Las incontinencias suelen presentarse por el debilitamiento del suelo pélvico pero, una vez que se detecta, es posible trabajarlas a través de ejercicios que aumenten su tono y fuerza. Por su parte, el dolor posterior a las relaciones puede estar asociado no sólo a la disminución de estrógenos y aumento de la prolactina (y, por ende, disminución de la líbido), sino que también por la sequedad y el adelgazamiento de las paredes de la vagina e, incluso, por miedo de cómo será esta nueva etapa y volver a quedar embarazadas.

“Muchos de los problemas postparto causan un tremendo sufrimiento físico y emocional a las mujeres en su diario vivir, pero a menudo son subestimados, no reconocidos o no reportados. Desafortunadamente, pasan desapercibidos y no son tratados oportunamente, lo que dificulta la recuperación, afectando directamente la calidad de vida tanto de la madre como de la familia”, destaca la profesional.

La mayoría de ellos tienen un origen multifactorial, donde el entorno y hasta el acceso a controles y tratamientos luego del embarazo son claves y podrían ayudar a prevenirlos. “Por esto es importante que las mujeres tengan noción de éstos y puedan reconocerlos, para buscar ayuda cuando sea necesario. Y como sociedad, requerimos ver la maternidad más allá del bienestar del hijo, solamente, enfocándonos también en el bienestar de la mujer que -de no estar en las mejores condiciones- afectará el desarrollo del recién nacido”, finaliza la doctora.

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