Por: Cristina Bravo Bassi
Abogada
“Hombre mal educado es como el chiste inoportuno,
que se repite en boca de imbéciles”[i]
Expresar desde un ámbito valórico cómo la sociedad ha ido mutando, resulta ser un desafío, especialmente, cuando hablamos de valores y normas sociales. Para esto, resulta fundamental entender que los valores sociales son de carácter positivo para el desarrollo robusto de una sociedad, los cuales deberían ser conocidos, practicados y preservados en la vida cotidiana. En este sentido, existen ciertos valores sociales que permiten y conducen a una sociedad sana en muchos ámbitos, y alguno de estos son los valores cívicos, los cuales dependen de cómo se transmiten y así propender a un bien común, de lo contrario, dificultaría dicho crecimiento generando una desestabilización social. Los valores sociales, el civismo, los valores en general, resultan ser esenciales para la construcción de sociedades, fundando una identidad que por sí misma, releva y genera sentido de pertenencia, porque de alguna forma nos identificamos.
Mario Sandoval, en su artículo “Sociología de los valores y juventud” (2007), nos entrega una definición reflexiva respecto de lo que son los valores: “Este concepto abarca contenidos y significados diferentes y ha sido abordado desde diversas perspectivas y teorías. En sentido humanista, se entiende por valor lo que hace que un hombre y una mujer sean tales, sin lo cual perderían la humanidad o parte de ella. El valor se refiere a una excelencia o a una perfección. Por ejemplo, se considera un valor decir la verdad y ser honesto; ser sincero en vez de ser falso; es más valioso trabajar que robar. La práctica del valor desarrolla la humanidad de la persona, mientras que el contravalor lo despoja de esa cualidad. Desde un punto de vista socioeducativo, los valores son considerados referentes, pautas o abstracciones que orientan el comportamiento humano hacia la transformación social y la realización de la persona. Son guías que dan determinada orientación a la conducta y a la vida de cada individuo y de cada grupo social.”[ii]
Sin embargo, con el pasar de los años, dichas “guías” que orientan el comportamiento humano, han sido desprovistas de la identidad social chilena. Antes, en Chile se respetaba nuestra bandera, se cantaba en los colegios el himno nacional todos los días lunes y se leían efemérides con datos históricos relevantes, y todo aquello, no eran sino, parte de la educación cívica, y símbolos de unión. Hoy por hoy, somos testigos del derrumbe del respeto a la autoridad (entiéndase todo ámbito de autoridad, desde padres, policías y hasta la figura del Presidente de la República). Causas de lo anterior son muchas, podríamos decir que, esto ha acaecido producto de la incredulidad, la desconfianza, la ingobernabilidad, el mal uso de dicha autoridad, la falta de capacidades para ejecutarla, la corrupción o simplemente la mala educación al interior de las familias y en los establecimientos educacionales.
Cierto es que, la sociedad chilena está viviendo de simbolismos y no de valores unificadores. En el presente, los valores han sido constructos sociales que representan una idea, un pensamiento, inclusive una acción pero que carecen de humanidad; ejemplo de ello es el alabado “Perro Matapacos”, “simbolismo de lucha social”, que no es sino, un emblema de violencia, delincuencia y desacato.
Queda al descubierto que las escasa formación valórica de los chilenos, sumado a la gran cantidad de simbolismo, emocionalidad y falta de templanza, son aquellos que caracterizan estos cambios de paradigma, y lo que ha generado también, la pérdida del cumplimiento de la ley. Hemos sido testigos de Carabineros asesinados, subyugados a la delincuencia, violencia al interior de establecimientos educacionales, descuartizamientos, decapitados, las tasas elevadas de homicidio consumado desde el 2021 a la fecha (donde el norte de Chile brilla por sus cifras), no son sino, un reflejo de lo que es nuestra sociedad actual; un Chile que ha involucionado, decadente en su moral, apartado de la ley y el orden; una sucia sociedad.
[i] Eclesiástico 20:19
[ii] Sandoval Manríquez, Mario. (2007). Sociología de los valores y juventud. Última década, 15(27), 95-118. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-22362007000200006.