Cerca del 70% de las personas han experimentado algún tipo de trauma en un momento de sus vidas. La terapia EMDR facilita abordar y reestructurar recuerdos traumáticos sin repetirlos verbalmente por completo, lo que ayuda a disminuir de manera notable la angustia emocional relacionada.
El EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing) es una terapia revolucionaria que se utilizó inicialmente en veteranos de guerra con trastorno por estrés postraumático. Fue descubierta en la primavera de 1987 por la psicóloga Francine Shapiro, quien observó que los pensamientos perturbadores desaparecían al mover rápidamente los ojos de un lado a otro. Al repetir este proceso, los recuerdos molestos perdían su impacto. Hoy en día, el EMDR se aplica para tratar diversos trastornos, incluidos los síntomas de ansiedad, depresión y problemas de autoestima.
Macarena Domingo, psicóloga del Centro Clínico del Ánimo y la Ansiedad, explica que un gran porcentaje de la psicopatología se da por información que no ha sido bien digerida y ha sido almacenada en el cerebro de manera disfuncional, por lo que ésta no sirve como recurso en el presente, sino más bien actúa como un bloqueo que no permite que la persona responda de manera adaptativa.
“Por ejemplo, una niña que vivió con un padre que siempre subía el tono de voz cuando la castigaba, puede bloquearse si cuando es adulta su jefe le sube el tono del voz. Puede sentirse muy nervios, paralizada y no ser capaz de contestarle. Entonces esta información mal digerida del pasado afecta negativamente la forma en que percibe y reacciona en el momento presente”, explica la especialista.
En la terapia EMDR, el terapeuta guía al paciente a través de sesiones en las que se perciben ciertos aspectos de un recuerdo perturbador, mientras el paciente sigue con los ojos los movimientos de los dedos del terapeuta o recibe estimulaciones táctiles bilaterales o auditivas. Este proceso ayuda a desensibilizar y reprocesar de manera adaptativa las respuestas asociadas al trauma, tales como emociones, creencias negativas, sensaciones corporales, entre otras.
«No solo el paciente percibe estos cambios, sino que diversos estudios han comprobado, mediante neuroimágenes, que provoca múltiples cambios en el cerebro, dándole a esta terapia una base neurobiológica que la sustenta», manifiesta Domingo.
Se estima que una gran proporción de la población mundial ha experimentado eventos traumáticos significativos. Según estudios, aproximadamente el 70% de las personas han vivido algún tipo de trauma en alguna etapa de su vida. Para el EMDR, estos traumas pueden ir desde sucesos catastróficos que pusieron en riesgo la vida o la integridad física de la persona, hasta momentos que el paciente percibió como amenazantes, como tener un padre muy exigente, recibir un reto de parte de una profesora o caerse en frente de otros. La experiencia varía según cada paciente y cómo su cerebro percibe los distintos eventos de su vida.
Para la especialista, los beneficios del EMDR son variados y profundos. En primer lugar, permite que los individuos confronten y reorganicen memorias traumáticas sin revivirlas completamente, lo que reduce significativamente la angustia emocional asociada. Además, facilita el acceso a pensamientos y emociones positivas que pueden haber sido bloqueados por experiencias traumáticas, promoviendo un sentido renovado de autoestima y bienestar emocional. También se pueden trabajar eventos positivos o buenos recuerdos, reforzando los recursos que dichas experiencias enseñaron sobre uno mismo y fortaleciendo la autoestima.
Los resultados suelen variar según la severidad del trauma y la respuesta individual, pero muchos pacientes experimentan una notable reducción de síntomas como ansiedad, depresión, pesadillas y evitación o sobre-respuesta a situaciones presentes relacionadas con el trauma. A medida que avanzan las sesiones, se observa un aumento en la capacidad del paciente para procesar activamente los recuerdos dolorosos sin sentirse abrumado por ellos.
«El EMDR representa un gran avance en la terapia de trauma, ofreciendo una vía eficaz para desbloquear y reorganizar recuerdos dolorosos. Promueve la curación emocional y empodera a los individuos al transformar experiencias traumáticas en oportunidades de crecimiento personal, guiando hacia un futuro más luminoso y esperanzador», concluye Macarena Domingo.