Por Madeleine Valderrama, miembro de Minnovex y CEO de Altum Lab
Desde pequeña soñaba con convertirme en doctora para trabajar con niños en África. Muy introvertida, curiosa e imaginativa, no lograba encontrar satisfacción en mi colegio, el que se enfocaba en formar «señoritas», sin proporcionar las herramientas que yo buscaba para mi futuro. Durante mi etapa escolar, siempre destaqué por mis buenas notas y practiqué karate durante ocho años, una disciplina que me permitió interactuar con chicos muy diferentes a mi y me motivó a asistir a un preuniversitario en un colegio masculino. Luego de matricularme en Bachillerato en la Universidad de Chile, tenía dudas sobre qué carrera seguir al ingresar a la universidad.
Experimenté un poco de cada carrera y redirigí mis intereses hacia la ingeniería civil, gracias a mi facilidad con las materias matemáticas y la lógica. La vida en ingeniería era muy diferente a la de bachillerato; había muy poca diversidad, y en algunas clases era la única mujer. Posteriormente, realicé un Master in Business Engineering (MBE) en la misma universidad, que me acercó a los procesos productivos, las plantas procesadoras y las máquinas. Después de 7 años trabajando en industrias extractivas, mi esposo, Ismael Valenzuela, y yo, decidimos emprender. Creamos una herramienta que permite predecir la calidad de las materias primas que llegan a la planta productiva, reduciendo la variabilidad del resultado final. Actualmente, operamos con este producto en Chile, Brasil, México y Perú.
¿Por qué cuento esto? Porque esta ha sido la realidad de miles de mujeres en todo el mundo. A pesar de su interés en la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM por sus siglas en inglés), el contexto en el que han desarrollado su vida les ha dificultado aún más el camino para cumplir sus sueños en estas áreas. Muchas mujeres, a pesar de su talento y dedicación, se enfrentan a barreras adicionales que les dificultan avanzar en sus carreras STEM. Mientras que algunas hemos logrado sortear estas realidades, la mayoría abandona estas ambiciones debido a las múltiples dificultades encontradas en el camino.
En nuestro país, en 2018 una de cada cuatro matrículas en carreras STEM, eran de mujeres. Cifra que poco a poco ha ido aumentando, y en el transcurso de 6 años, las mujeres en estas carreras alcanzaban un 30,2% de acuerdo a cifras del Demre.
Esto cobra especial relevancia considerando el avance significativo en la integración de la tecnología en diversas industrias, especialmente en el sector minero, que hoy vive una revolución profunda. Asimismo, el sector enfrenta importantes desafíos para atraer talentos que imaginen nuevas formas de hacer minería. Es acá donde toma especial relevancia la incorporación de más mujeres STEM en el ecosistema minero, por lo que cobra especial relevancia analizar qué brechas persisten en nuestro sistema para disminuirlas. De esta forma, todos y todas ganamos.
Inspirar a las niñas y jóvenes a seguir estas carreras, abriendo espacios para conocer a más mujeres en el sector y mentoras para acompañarlas en este camino, ha sido una fórmula exitosa que debemos seguir fomentando. También, implementar programas educativos que muestren las emocionantes oportunidades que existen en el ecosistema minero a través de visitas a minas, a empresas proveedoras innovadoras, además de charlas con ingenieras y científicas, pueden despertar el interés de las niñas en estas áreas.
Las becas y los programas de apoyo financiero son fundamentales para que más mujeres estudien este tipo de carreras, así como los programas de prácticas y pasantías pagadas, pueden motivar aún más a las estudiantes a seguir este camino, facilitando además la transición de la educación al mundo laboral.
No cabe duda que muchos de estos talentos femeninos vendrán con ideas frescas que podrían ser un game changer en el sector. El emprendimiento de base tecnológica es clave para el cambio que hoy está viviendo la minería, y es una vía poderosa para que las mujeres lideren la innovación que el sector necesita. Es aquí donde los sistemas de financiamiento, incubadoras y aceleradoras juegan un rol estratégico, además del networking que se genere en el ecosistema.
La investigadora Rocío Lorenzo y su equipo realizaron un estudio en 171 empresas que demostró que la diversidad, específicamente la incorporación de mujeres, no solo mejora la innovación sino también el rendimiento de los equipos. Lorenzo presentó estos hallazgos en conferencias como TED, destacando cómo tratar la diversidad como una ventaja competitiva puede generar ideas más frescas y creativas dentro de las empresas. Estos estudios subrayan la importancia de crear entornos diversos y apoyar a las mujeres en roles de liderazgo, especialmente en sectores como la minería, donde la innovación y la creatividad son esenciales para el progreso. Este tipo de iniciativas, combinadas con el apoyo de sistemas de financiamiento y el fortalecimiento del networking en el ecosistema, pueden acelerar significativamente el impacto positivo de las mujeres en la industria
Por nuestro rol como proveedores innovadores mineros, estamos en una posición única para impulsar y liderar este cambio hacia una mayor inclusión y diversidad en las áreas STEM, por lo que implementar estas estrategias no sólo fomenta la participación femenina en el sector minero, sino que enriquece al ecosistema con nuevas miradas, nuevas ideas en torno a la innovación, mejorando aspectos estratégicos como la productividad, la seguridad y la sostenibilidad de la industria, diversificando aún más nuestra economía, al potenciar la industria del conocimiento. Tenemos todo para liderar este cambio.