- Un reciente estudio -realizado en 184 países- demostró que cada año la ingesta de estos productos genera tres millones de casos de estas enfermedades. Se estima que en Chile se consume el triple de estas bebidas que el promedio mundial.
Uno de cada 10 nuevos casos de diabetes de tipo 2 y una de cada 30 enfermedades cardiovasculares pueden atribuirse al consumo de bebidas azucaradas, según reveló una investigación publicada por la Revista Nature Medicine que incluyó datos de 184 países. La mayor proporción de casos se registró en África, América Latina y el Caribe.
El estudio estimó que en 2020, 2,2 millones de nuevos casos de diabetes y 1,2 millones de accidentes cardiovasculares fueron atribuibles a este tipo de bebidas.
En el caso de Chile, y también según datos de otra investigación publicada en la misma revista en 2023, se consume el triple de bebidas azucaradas que el promedio mundial, superando en un 45,6% la ingesta que se registraba en los años 90.
La doctora en Nutrición y Alimentos y académica de la Universidad Autónoma, Christine Kreindl, explica que la ingesta frecuente de este tipo de productos tiene un impacto negativo para la salud debido al alto contenido de azúcar que contienen. “Una lata puede contener 40 gramos de azúcar, considerando que el límite máximo de azúcar de acuerdo a la OMS debe ser del 10% de las calorías totales, encontrando efectos benéficos para la salud el tener una ingesta no mayor del 5% de las calorías totales, lo que representa en una dieta de un adulto promedio a no más de 25 gramos por día”, detalla.
Esto se traduce en un incremento -en quienes las consumen con frecuencia- del riesgo de padecer obesidad y patologías cardiovasculares, además de caries dentales. Si a ello se agrega que la mayoría de ellas contienen altas cantidades de ácido fosfórico y cafeína, su consumo habitual afecta además la salud ósea.
“Estás bebidas aparte de las calorías provenientes del azúcar, no aportan otros micronutrientes ni ofrecen otros beneficios”, enfatiza la académica.
En el caso de Chile, el alto consumo es aún más grave dado el alto porcentaje de obesidad tanto en adultos, como en niños y el aumento de la diabetes mellitus que ha incrementado su prevalencia en los últimos años a un 12,9%, junto con la hipertensión y enfermedades cardiovasculares en general.
“Es importante recalcar que ningún alimento por sí sólo generará un estado de enfermedad o de salud, pero la ingesta habitual de alimentos ultra-procesados, como lo son las bebidas azucaradas, sumado a una dieta poco variada o saludable y una actividad sedentaria se asocia a este tipo de patologías”, indica Christine Kreindl.
Efectos del etiquetado
Chile implementó en 2016 la Ley de Etiquetado de Alimentos, que obligar a publicar advertencias en los productos altos en azúcar, grasas y sodio. Los efectos positivos, se asocian a una mayor percepción de los riesgos del consumo de ciertos alimentos por parte de la población y al mismo tiempo tener acceso a la información de una manera mucho más sencilla y práctica, pero lamentablemente esto no ha tenido efectos a la fecha sobre el estado nutricional, ni tampoco la selección de los alimentos.
“La población -afirma la docente- conoce en términos generales que los alimentos altos en azúcar, sodio y grasas saturadas no son saludables, pero aún los escogen, ya que esta selección está mediada más bien por las características organolépticas de los alimentos y los mecanismos de recompensa que generan al consumirlos, más que por los efectos que estos puedan tener en la salud física y sicológica”, dice.
Además, si bien la industria ha respondido ante el etiquetado, en algunas ocasiones de manera responsable reduciendo el contenido de azúcar de los alimentos de manera paulatina, en muchos casos también se observa un aumento del uso de edulcorantes no calóricos, que no han mostrado ser seguros a largo plazo para niños menores de 6 años, y que además podrían tener efectos negativos sobre la salud metabólica de adultos, alterando las señales de apetito y saciedad, la microbiota intestinal, por nombrar algunos de los efectos negativos de estos.
Hábitos en el hogar
La académica de la Universidad Autónoma destaca que una parte importante del proceso de selección de los alimentos de los niños y niñas es lo que ven de sus padres o cuidadores, pues la gran mayoría de los hábitos alimentarios son adquiridos en el hogar.
“Si bien educar acerca de alimentación saludables y la importancia del ejercicio físico, deben ser pilares integrados en la educación infantil, el consumo de alimentos como bebidas azucaradas, dulces, galletas, pasteles, papas fritas, azúcar, embutidos, por nombrar algunos, deben ser ocasionales y no deben ser considerados como alimentos diarios en la dieta”, comenta.
Señala que es clave incluir la ingesta diaria de agua potable sin endulzantes de ningún tipo en los niños, junto con evitar conductas de recompensa con alimentos. Por ejemplo, si un estudiante obtiene una buena calificación en el colegio, no premiarlo con un dulce o una salida a comer comida rápida, sino con otro tipo de actividades, como tiempo en familia de calidad u otro tipo de estímulos que no involucren la recompensa con el alimento.
“Además de ello, la ingesta de alimentos saludables de manera habitual en el hogar promoverá hábitos que podrán perdurar en la vida adulta”, detalla.