Pablo T. Silva Jordán
Consultor en proyectos de recursos hídricos
En Chile, la escasez hídrica y los aluviones presentan una dualidad que subraya la vulnerabilidad de la nación frente a los fenómenos hidrológicos extremos. El reciente aluvión en Huatacondo, Pozo Almonte, en la región de Tarapacá, ha puesto de manifiesto la urgencia de abordar esta problemática con una planificación proactiva y una inversión significativa en infraestructura hídrica.
El evento en Huatacondo, ocurrido un jueves por la madrugada, fue desencadenado por lluvias inesperadas que provocaron un deslizamiento de tierra y barro. Afectó a alrededor de 250 personas y dejó gran parte del sector sin acceso a servicios básicos como electricidad y agua potable. La respuesta de emergencia incluyó la activación del Comité para la Gestión del Riesgo de Desastres (Cogrid) por parte del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred), la movilización de 81 militares del Ejército de Chile para labores de recuperación y la coordinación con diversas entidades para restablecer los servicios y despejar caminos. Para el sábado siguiente, se había logrado restablecer el suministro eléctrico y el agua potable rural, y se había avanzado en el despeje de la ruta de acceso al poblado.
La particularidad del aluvión en Huatacondo radica en la naturaleza de los suelos del norte de Chile ha explicado Pablo Salucci, geógrafo y académico de Duoc UC. Estos suelos carecen de capacidad de absorción, resistencia y cubierta vegetal, lo que los hace altamente susceptibles a deslizamientos, incluso con lluvias de baja intensidad. A diferencia de los aluviones en la zona central, la isoterma no es el factor principal aquí; el tipo de suelo es el elemento más complejo. Además, muchos asentamientos se ubican peligrosamente cerca de cerros y quebradas, zonas que históricamente registran pocas precipitaciones.
Otro factor relevante en este aluvión fue la estacionalidad, ya que ocurrió en invierno, una temporada atípica para lluvias significativas en el norte de Chile, aunque existen precedentes históricos como el aluvión de Antofagasta en 1991. Este suceso, y otros similares, podrían ser indicativos de los efectos del cambio climático, con proyecciones que sugieren un aumento de la humedad en el norte de Chile, agrega Salucci.
La situación en Huatacondo es un recordatorio de que tanto la escasez de agua como los aluviones generan consecuencias similares debido a la falta de infraestructura y una gestión adecuada de los recursos hídricos. Esto impacta a comunidades, sectores económicos como la agricultura y la minería, y pone en riesgo el suministro de agua potable. Es imperativo que Chile implemente una planificación proactiva que incluya la infraestructura hídrica necesaria para reservar agua, recargar acuíferos y proteger los suelos. Solo a través de una inversión sostenida y una visión a largo plazo se podrá mitigar estos riesgos y avanzar hacia una solución integral de la crisis hídrica que afecta al país.