Chile, con su histórica tradición de matronería, ha visto cómo estas y estos profesionales, tradicionalmente asociados al rol de la partería, han tenido una participación constante en ámbitos como la ginecología, la neonatología y la salud pública. Sin embargo, durante décadas, la atención del parto concentró la visibilidad del ejercicio profesional, dejando en segundo plano otras áreas donde la matronería también ha contribuido de manera decisiva. La búsqueda de especialización ha sido una constante, reflejando el compromiso de la profesión con los nuevos desafíos en salud sexual y reproductiva.
Hoy, en medio de la discusión sobre el reconocimiento oficial de las especialidades en Matronería, emerge con fuerza la figura de las Matronas y Matrones de Práctica Avanzada en Oncología Ginecológica, llamados a liderar un nuevo modelo de atención frente al aumento sostenido del cáncer de mama y otros cánceres ginecológicos. Estos profesionales están preparados para liderar unidades de especialidad, programas de tamizaje, promover la pesquisa oportuna, realizar seguimiento clínico, gestionar redes asistenciales y brindar acompañamiento integral a las mujeres y sus familias. Su formación de Práctica Avanzada les permite intervenir desde la promoción hasta el seguimiento postratamiento, integrando una mirada clínica, educativa y humana basada en evidencia.
Experiencias en países como el Reino Unido, Canadá y Australia (Advanced Practice Midwifery) demuestran que han mejorado el acceso a la detección precoz, reducido los tiempos de diagnóstico y fortalecido la continuidad del cuidado. En Chile, la Práctica Avanzada en Enfermería ofrece un precedente valioso, evidenciando que este modelo profesional es posible y necesario. Reconocer las especialidades en Matronería no solo es una aspiración legítima, sino también una estrategia para fortalecer la respuesta del país frente al cáncer en la mujer.
Manuel Ortiz Llorens
Director carrera de Obstetricia
Universidad San Sebastián.







