IA para reducir brechas territoriales: hacia una salud más equitativa en Coquimbo

Por Patricio Rojas Carrasco, docente Ingeniería Civil en Computación e Informática

Especialidad en Computación Aplicada

La Región de Coquimbo enfrenta un desafío persistente: garantizar acceso equitativo a la salud en un territorio marcado por la dispersión geográfica, la ruralidad y la desigual distribución de recursos médicos. Mientras los centros urbanos concentran especialistas y equipamiento, las comunidades más alejadas deben lidiar con tiempos de espera prolongados y traslados costosos. En este escenario, la Inteligencia Artificial (IA) emerge como una herramienta estratégica para reducir las brechas territoriales y avanzar hacia un sistema de salud más justo.

La discusión nacional sobre la Reforma de Salud 2025 refuerza esta urgencia. El proyecto aprobado en el Senado busca modernizar el Sistema Nacional de Servicios de Salud, fortalecer FONASA y crear un Servicio Nacional de Salud Digital, con el objetivo de beneficiar a más del 80% de los chilenos. Esta transformación institucional abre un espacio privilegiado para que la IA se convierta en motor de cambio: desde la gestión centralizada de licencias médicas hasta la optimización de compras públicas, pasando por la coordinación digital de prestaciones en todo el país.

En Coquimbo, su potencial se vuelve particularmente relevante: algoritmos capaces de analizar grandes volúmenes de datos clínicos pueden anticipar la demanda de camas hospitalarias, optimizar la distribución de especialistas mediante teleconsultas y detectar patrones epidemiológicos en tiempo real. Esto permitiría que un paciente de Combarbalá reciba atención especializada sin necesidad de viajar a La Serena, o que un centro rural pueda prever brotes de enfermedades antes de que se conviertan en crisis.

Además, la IA puede fortalecer la gestión pública en el marco de la reforma. Los sistemas predictivos aplicados a la red de salud regional facilitarían la asignación eficiente de recursos, evitando la saturación de hospitales y mejorando la coordinación con la atención primaria. La integración de estas tecnologías también abre la puerta a modelos de prevención más robustos, donde la información se convierte en insumo para diseñar políticas focalizadas en las comunidades más vulnerables.

Sin embargo, la incorporación de IA exige superar barreras culturales y técnicas: garantizar conectividad digital en zonas rurales, capacitar al personal de salud y establecer marcos éticos que resguarden la privacidad de los pacientes. La equidad tecnológica debe ser condición indispensable para que la innovación no reproduzca las desigualdades que busca resolver.

En conclusión, la Inteligencia Artificial puede convertirse en un aliado decisivo para la Reforma de Salud 2025, siempre que se implemente con visión territorial y justicia social. No se trata solo de introducir algoritmos, sino de construir un sistema que reconozca la diversidad de la región y asegure que cada habitante, sin importar dónde viva, tenga acceso a una atención digna y oportuna. La IA, bien utilizada, puede ser el puente hacia una salud más equitativa y un futuro donde la geografía deje de ser un obstáculo para el bienestar.

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