Los últimos días hemos visto como se ha vuelto viral la aplicación FaceApp que toma una selfie nuestra para mostrar cómo nos veríamos en un futuro. ¿Pintoresca fotografía para reír un rato y compartir con nuestros contactos, pero ¿es solo eso?
Cada vez que instalamos una nueva aplicación en nuestro celular o nuestro entorno web (Facebook), aceptamos las políticas de privacidad, que escasamente son leídas. Si bien en ellas se especifica que la información no puede ser vendida a terceros, existen otros usos importantes de mencionar.
Generalmente en ellas se permite el uso de datos como información del perfil y personal con permiso de lectura. Dicho de otro modo, dejamos la “sesión abierta” y ellos pueden mirar todo nuestro perfil, mensajes, fotos y lo que aceptemos.
Recordemos que las aplicaciones son “gratuitas”, pero ellos deben sacar dinero de algún lado para continuar pagándole a sus informáticos. Por un lado, es posible obtener metadatos que, si bien son personales, no son sensibles. Por ejemplo, es posible determinar cuántos usuarios son chilenos, viven en La Serena, les gusta pasear al aire libre (gracias a las fotos), o cuántos de ellos hablan de viajes a Europa. Estos datos que son promedios o tendencias son importantes para empresas que venden productos (como ropa Outdoor o paquetes de viajes), y pagan por ellos. Claro que luego es casualidad que en Facebook nos aparezca publicidad de esas cosas… ¿o no?
Hoy en día, los algoritmos son de calidad muy baja, pero gracias a los datos que nosotros voluntariamente entregamos a estas empresas, se van haciendo cada vez más sofisticados.
Sin ánimo de llamar al pánico, es necesario dejar de depender de las redes sociales para nuestra entretención. Disfrutemos de la familia, de los amigos y la naturaleza, pero no sólo para tomar una fotografía y tener un #hashtag más, sino para recordar y atesorar esos momentos en nuestras memorias.
Claudio Piña Novoa
Académico
Ucentral Región de Coquimbo