Por Arturo Volantines
El 2019 ha sido terrible para el país y, especialmente, para la cultura. En Ecuador, me señalaban, que no entendían el “estallido social”. En América Latina suele verse esto como una peste que, de repente, apareció en Chile, desnudando todo y a todos. A casi todos.
Esto venía de muy atrás; desde los orígenes de la república, del centralismo, del patriarcado y del exterminio de nuestros pueblos originarios. Luego, todas las rebeliones fueron acalladas a sangre y fuego. Recientemente, los gobiernos de la Concertación vendieron el alma por un gobierno de lo posible. Ahora, nuestro presidente quiso ser el espadachín mundial del medioambiente y un Bolívar de la democracia. Y los pies se convirtieron en huracán de barro. Habla de guerra, pero no ha leído: El arte de la guerra de Sun Tzu.
Son muchos los sucesos y los motivos. Pero, creo, en el individualismo salvaje y arribista es principalmente su dinamita, ya que se enajenó y se convirtió en consumismo contumaz. Y, cuando su alma se desgarró, en este infierno, se descubrió en una “plaza de la dignidad”. Nunca es tarde. El individualismo es el veneno de la sociedad: su antítesis y su cáncer.
Sin embargo, la cultura ha tenido aciertos. La implementación del Misterio de las Culturas sigue su paso adelante, pero lentísimo. El deseo de cambiar el Consejo de Monumentos Nacionales ha sido un acierto. Este es un organismo símbolo de la burocracia chilena tipo contaminación marina y contención paranoica al perfeccionamiento criterioso del patrimonio. Son un goteo de sangre, los abandonos, por ejemplo, de los casos de Valparaíso y de La Serena. Se ha vuelto este, la Casa del Diablo.
Particularmente, en la región de Coquimbo, se implementó el Concejo Regional de la Cultura. Algo funciona. Lo bueno es que, al fin, los consejeros son pagados. La Seremía de Cultura ha practicado las puertas abiertas con criterio y aggionándose a los tiempos de histeria y urgencias. Y el seremi de Gobierno es laborioso en su tarea, entendiendo que la política es arte y no ciencia. Sin embargo, el CORE., parpadea poco en cultura; se echa de menos al anterior. Bueno, ya vienen elecciones. El músculo de la ambición de estar allí es profuso.
Lo mejor. El mejor año —desde que se fundó— de la Sociedad Pedro Pablo Muñoz Godoy. Bien por su presidenta, la poeta Alicia Moncada. El retrato restaurado del prócer, sonríe.