Sin lugar a dudas, el mes de octubre del pasado año marcó el inicio de una serie de problemas para los consumidores bancarios, quienes, por diferentes motivos o circunstancias, han dejado de cumplir con sus obligaciones crediticias. Sin perjuicio de lo anterior, la pandemia mundial por el COVID-19 ha acentuado el problema económico y ha sido la crónica de una crisis financiera sin precedentes en nuestro país y el mundo que generará una recesión económica nunca antes vista en la historia moderna.
En ese sentido, no es menor el número de familias que se encuentran en situación financiera compleja, toda vez que las remuneraciones de los sostenedores/as se han visto disminuidas o lisa y llanamente eliminadas por la pérdida de los empleos. Situación mucho más compleja es la que viven los trabajadores independientes a quienes no se les puede aplicar, por ahora, las medidas de salvataje económico que ha propuesto el ejecutivo.
Realmente son tiempos complicados, que requieren de apoyo recíproco, humanitario, pero, sobre todo, con un enfoque social, en donde todos los actores de la economía nacional puedan contribuir a tratar de sobrellevar la crisis financiera de la mejor forma.
En este escenario el llamado a los consumidores financieros es a generar compromiso real de cuidado de las finanzas, pero también el llamado urgente que se hace a las Instituciones Bancarias y Financieras es a posibilitar al consumidor planes de refinanciamiento sin cobros excesivos de manera tal de tender una mano al consumidor mediante la aplicación de bajos intereses y tasas.
La relación que existe entre la institución bancaria y el consumidor financiero se basa en la confianza y el auxilio mutuo tanto en tiempos de bonanza como en tiempos de crisis.
¡al final del día todos somos consumidores!
Cesar Vargas
Abogado
Universidad Central
