Hoy quiero recordar un acontecimiento social que llegó a revolucionar a nuestro país hace 44 años. Corría el mes de mayo de 1976 y toda la atención estaba puesta en el recién iniciado juego de azar llamado “Polla Gol”, el cual nos hacía soñar con atinarle a las 13 apuestas de los 13 partidos que figuraban en las cartolas de juego.
Rodolfo Bravo González, un apostador de Santiago, aparecía en la televisión una noche diciendo: «No entiendo nada de los equipos que se programaron y menos de los posibles resultados. Tampoco escuché los partidos, estaba en un asado. Yo jugué lo que creía que debía ser no más», comentó al recibir el suculento premio máximo de 172 mil pesos por ser el exclusivo ganador del primer sorteo de la Polla Gol en Chile.
Así empezó la historia del sistema de pronósticos deportivos en nuestro país. En medio de gran expectación, la Polla Gol se presentaba como la manera más entretenida y accesible de cumplir el sueño de hacerse millonario. «Se desató la locura en la gente. Era una manera de buscar un golpe de suerte», recuerda Roberto Jacob Helo, conocido como el ‘Mago’ de la Polla Gol.
El interés por participar fue en aumento y la empresa rápidamente se vio en la necesidad de expandir el nuevo juego. En el décimo sorteo, el concurso ya llegaba a la Quinta Región y dos semanas más tarde a la Sexta. Recién en mayo de 1979, la Polla Gol vino a estar presente con agencias en todo el país.
Evidentemente que en Vallenar tampoco existían agencias oficiales al inicio de este juego y, por ende, se jugaba a través de volantes donde aparecían impresos los partidos y uno tenía que marcar con lapicera “local”, “empate” o “visita”, en el cuadrito respectivo.
Recuerdo que, para este efecto, en Vallenar existía una agencia informal que vendía el servicio, agregándole unas pocas chauchas más al valor de la cartilla. ¿Y por qué este cobro extra? Porque el dueño del local, una vez terminado el tiempo de recepción, generalmente el jueves, viajaba esa misma noche a Santiago, llevando todas las apuestas recibidas, para traspasarlas en una agencia oficial al cartón perforado que después leía la computadora IBM para ubicar al o los ganadores.
Este señor regresaba el sábado con las cartillas oficializadas y poco a poco empezaban a llegar hasta su local los apostadores para retirar su cartón correspondiente, para lo cual había que mostrar la copia del volante jugado.
Me acuerdo que para conocer los ganadores del sorteo, había que estar atentos a la información que entregaba el periodista Máximo Clavería en Radio Portales.
El local de atención de este señor se ubicaba en calle Prat, al llegar a Recova (hoy Alonso de Ercilla), donde existía una fuente de soda llamada “Copacabana” (Después allí funcionó el Bar “Nativo”) y en una puerta lateral se abrió un pequeño local de atención, donde el ingenioso emprendedor se autoconvirtió en “agencia” de la Polla Gol para los vallenarinos y, tal como dije recién, juntaba las cartillas de los apostadores y las llevaba a Santiago para procesarlas, y después las entregaba a sus clientes, a partir del sábado.
Al tiempo apareció la competencia con la primera Agencia Oficial que se instaló en un local que hasta entonces era una librería de la familia Alvarez, en calle Prat, al frente de la Galería Fenicia.
Quienes vivimos la etapa de esplendor de este juego, han de recordar que era prácticamente una “fiebre” la que se apoderó de los chilenos por “pegarle el palo al gato” o, como dijo Lucho Jara “tener un golpe de suerte”. Y, naturalmente, el lunes en la mañana el tema de conversación en la escuela o en el trabajo era: Y cómo te fue con la Polla Gol?
SERGIO ZARRICUETA ASTORGA
En la puerta color café de la casa amarilla que se observa al extremo derecho se jugaba a la Polla Gol… Allí también funcionaba la Fuente de Soda Copacabana.