Hubo un vallenarino que destacó por su generosidad, su buen trato y caballerosidad. Partió de este mundo hace poco más de un año, dejando gratos e imborrables recuerdos entre quienes lo conocieron y compartieron con él. Tal vez su nombre -Jorge Rodríguez Zambra- no señale muchas referencias para identificarlo a la primera, pero sí su apodo cariñoso: “Don Choche”, nombre que también lleva hasta el día de hoy la panadería y supermercado que abrió hace más de cuatro décadas en la población Baquedano.
Nació el 26 de junio de 1938 en el seno de una humilde familia de 14 hermanos. Su padre era panadero y su madre lavaba ropa ajena, por eso no resultó extraño escucharle decir que “a los seis años andaba a pata pelá”.
Tal vez, obligado por esta realidad, desde pequeño se dedicó al comercio, abandonando tempranamente los estudios. “Solo llegué hasta cuarto preparatoria en la ex Escuela 1, porque me gustó más el negocio. A los 7 años andaba vendiendo leche de burra en la calle”, acotó. Alrededor de los 10 años, vendió cazuelas en la estación de ferrocarriles, producto que le entregaba su amiga María Herrera. “Ahí me ganaba mi plato de almuerzo por vender”.
Gran parte de su niñez transcurrió al lado de don Benigno Leiva, agricultor del sector Chamonate, quien prácticamente lo crió. “Siendo un niño, era su brazo derecho, me mandaba a venderle sus productos al mercado y a la primera feria que hubo en Vallenar, donde hoy está el cuartel de bomberos, compuesta de puros productores”, recordó en una entrevista que le realizaron en febrero de 2018.
En la época de corsos veraniegos, recogía la challa esparcida en las calles y la vendía al día siguiente. “La gente jugaba con sacos de challa que le tiraban a las niñas en la plaza”, recuerda.
Su primer negocio, ya más crecido, fue un local de expendio de pan que abrió en la calle Nueva Freirina, oficio que había aprendido como panadero de la familia Georgudis; años después se cambió a la población Baquedano, donde levantó su casa propia con la ayuda de su ex patrón Luis Georgudis que le aportó la madera y que le pagó trabajando doble turno. “En esta población me fue más que bien desde un comienzo y eso me llevó a la conclusión que aquí faltaba una panadería. Con un préstamo conseguido en la Corfo logré abrir mi propia panadería, la que tuvo mucha aceptación desde el primer día, a pesar que no tenía ni máquinas, todo era a pulso; pero, me fui a Santiago y por allá conseguí mis primeras revolvedoras y sobadoras”, evoca con nostalgia.
Su paso siguiente, fue abrir el Supermercado, tras comprobar que el sector también carecía de este servicio abastecedor. “Llegué a fabricar 10 mil kilos de pan de pascua para las navidades… entre mis clientes recuerdo al Supermercado Rendic y a don Abdón Baraqui“, apunta el propio Don Choche.
Inolvidables deben haber sido para los miles de niños las chocolatadas que entregó durante ocho años en las vísperas navideñas. “Llegaban unos dos mil niños con sus madres y cerraba la calle para atenderlos entre las 14 y 20 horas”, recordó.
Por su gran aporte social a la comunidad en muchos ámbitos, fue condecorado en varias oportunidades por diversas autoridades locales, incluyendo a Carlos Cáceres, ministro del Interior del gobierno del General Pinochet, quien le entregó personalmente un galvano durante un acto efectuado en la Plaza de Armas. “Dios me ayudó a crecer y así poder ayudar a mucha gente de mi entorno que lo necesitaba”, comentó en medio de la entrevista que quedó para el recuerdo.
Los mil días de la Unidad Popular quedaron grabados en la mente de este hombre que dedicó su vida a la fabricación de pan: “A mí me daban 15 quintales de harina para siete días, así es que solo podía abrir tres días en la semana. La gobernación me daba la indicación que solo podía vender un kilo por persona y, como no alcanzaba para todos, la gente pensaba que yo me quedaba con la harina; como vivía a una cuadra de la panadería, a veces tenían que escoltarme los carabineros, porque recibía insultos y amenazas. La fila de gente era de tres o cuatro cuadras y comenzaba a hacerse el día anterior porque pernoctaba ahí mismo, cuidando su lado, dormían envueltas en brazadas en la misma calle. Fueron días difíciles”.
Entre sus anécdotas, recuerda que cuando niño lo atropelló un camión en calle Ramírez con San Ambrosio. “El camión pasó por arriba suyo y su cuerpo quedó saltando” le dijo un día una señora que vio el accidente. Agrega que venía en bicicleta y al doblar se ronceó el móvil cayendo al suelo, tras lo cual el camión lo arrolló. En el hospital de Coquimbo, adonde fue trasladado, le dijeron que solo tenía una pequeña trizadura en la columna. “La persona que me atropelló fue detenida y murió de un ataque en el calabozo, porque nunca había estado preso”.
Su gestión comercial concluyó en un ciclo negativo que terminó con dejarlo prácticamente con lo puesto, pero nunca se quejó ni renegó; por el contrario, hasta el último día de su vida, asumió los acontecimientos con filosofía oriental. “Pienso que cumplí a lo que vine. Ahora no tengo nada. Vivo de la jubilación y tampoco necesito más plata. Con lo que tengo, soy feliz”, dijo en febrero de 2018 en una entrevista grabada.
Finalmente, a modo de mensaje, expresó que “a las generaciones de hoy debieran dejarlos trabajar desde pequeños, porque así se hacen más responsables. Hoy vemos jóvenes de 18 o 20 años que no hacen nada y exigen de todo a sus padres. Lo principal es que se esfuercen en estudiar”.
Don “Choche” dejó de existir el 30 de abril de 2019, a la edad de 80 años. Durante 52 años formó matrimonio con la señora Juanita Marín Escobar y dejó cinco hijos.
SERGIO ZARRICUETA ASTORGA
Unidad de Comunicaciones y RRPP
27 de julio de 2020
Agradecimientos por la producción a Clara Rocha Escobar y Mauricio Véliz Huanchicay