Las personas afectadas por bipolaridad son blanco de prejuicios que sólo acrecientan la ignorancia que hay frente a esta condición y frente a las enfermedades mentales en general. Es por ello que en el Día del Trastorno Bipolar se está lanzando la campaña “Tengo bipolaridad y eso no me define”, para visibilizar el estigma que sufren los pacientes.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Trastorno Afectivo Bipolar (TAB) tiene una prevalencia de 2 a 3% en la población mundial. En Chile, la depresión mayor, depresión leve y distimia afectan a un 10.7% de las mujeres y a 4.9% de los hombres mayores de 15 años. Entre ellos, se estima que 850 mil presenta este tipo de depresión que ocasiona cambios periódicos en el ánimo, que pueden variar entre depresivo, eutímico o maníaco.
“Esto no define a quienes tienen bipolaridad. La vida continua: se estudia, se crían hijos, se cocina, se ama y se sufre”, señala Flavia Gal Álvares, directora del Círculo Polar, Agrupación de Familiares y Pacientes Bipolares, organización que está impulsando la campaña que busca visibilizar la realidad de la bipolaridad y derribar prejuicios en torno a ella, resaltando que “los pacientes bipolares estabilizados son una fuente de lucidez y esperanza para toda nuestra sociedad. Ellos sí son capaces de hacerse las preguntas que nosotros callamos”.
El trastorno afectivo bipolar hoy tiene tratamiento. Se dispone de medicamentos que estabilizan el estado de ánimo con los que atajar eficazmente las fases agudas y prevenir las reincidencia. Además, el apoyo psicosocial y la psicoeducación son elementos esenciales del tratamiento. “La prevención y el acompañamiento son claves. Sabemos que una persona que tiene bipolaridad puede tener una vida totalmente normal si es que cuenta con las condiciones y el soporte para que así sea”, destaca el doctor Jorge Cabrera, Presidente de la Sociedad Chilena de Trastornos Bipolares, SOCHITAB, y miembro de la ‘Red salud mental, también es salud’, que reúne a profesionales de diferentes ramas, pacientes y familiares con el objetivo de fortalecer la cobertura y atención en salud mental desde diferentes perspectivas e incidir en política pública para que así suceda.
La falta de inversión en salud mental tiene altas consecuencias para la detección y tratamiento de la bipolaridad y de otros trastornos de salud mental. Datos de la DMDA – Asociación Nacional de Depresivos y Maníaco-Depresivos en Estados Unidos, indican que el 48% de los pacientes con trastorno bipolar había consultado al menos a tres profesionales antes de recibir el diagnóstico definitivo y que el 75% tardó diez años o más en obtener por primera vez este diagnóstico, cifras que se estima pueden llegar a ser un 20% más altas en nuestro país y que conllevan un importante desgaste para el paciente, su entorno y para todo el sistema de salud.
Hoy en Chile el gasto en salud mental es de aproximadamente un 2,5% del presupuesto total de salud, muy por debajo del 6% recomendado por la OMS. Cifra dramática si es que se considera la carga atribuible a este tipo de condiciones y que hoy se ha acrecentado exponencialmente por causa de la pandemia. “La salud mental, también es salud. Es por eso que hacemos un llamado a las autoridades a dimensionar el impacto de esta realidad y a tomar medidas decididas en la materia. Invertir en salud mental, hoy es una necesidad que no puede esperar”, recalca el Dr. Cabrera. Como referencia, países como Nueva Zelanda, que cuentan con una excelente salud mental, destinan 11% del presupuesto.
“Todos conocemos o tenemos a alguna persona en nuestro círculo que tiene o ha tenido algún cuadro de salud mental. Es por ello que a través de esta campaña invitamos a la comunidad a informarse y mirar con empatía a una condición que no define a quien la tiene”, concluye la directora del Círculo Polar.
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