El sistema sanitario chileno gasta un 11,5% de su presupuesto en diagnosticar y tratar enfermedades asociadas al consumo del tabaco, siendo uno de los más importantes factores de riesgo más importantes de mortalidad en el país.
Sin dudas, el tabaquismo es uno de los grandes problemas de salud pública en el mundo. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), es responsable de la muerte de más de cinco millones de personas cada año y podría aumentar a ocho para 2030. En Chile, es uno de los principales factores de riesgo de mortalidad, estando presente en el 65% de las patologías cubiertas por el AUGE/GES y cobra la vida de más de 16 mil compatriotas anualmente.
La gran cantidad de sustancias tóxicas presentes en el cigarrillo no sólo generan daños en el sistema respiratorio -como muchos piensan-, sino que también en el cardiovascular e inmunológico, además de complicaciones odontológicas, oculares, dérmicas y hasta problemas de fertilidad. De acuerdo a los especialistas, la esperanza de vida de un fumador se ve reducida 10 años en promedio por los daños y enfermedades que provoca esta adicción.
“Estos componentes generan mayor predisposición a desarrollar procesos infecciosos e inflamatorios, produciendo cambios significativos estructurales y funcionales en nuestros pulmones y vías aéreas, que los dejan con dificultades para generar mecanismos de defensas ante infecciones por virus o bacterias. En este sentido, es imperativo concientizar sobre estos problemas, más aún considerando el escenario actual”, señala Paula Molina, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada.
“Hay patologías respiratorias asociadas al consumo del tacaco que se desarrollan de forma crónica. Una con gran prevalencia en nuestro país es la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) – una patología inflamatoria que causa la obstrucción del flujo de aire a los pulmones-, la bronquitis crónica, enfisemas pulmonares y complicaciones en otras como el asma o un resfrío común”, añade. Además, al tabaco se le atribuye ser factor clave en causas de muerte como el cáncer pulmonar (87%), EPOC (82%), enfermedades cerebrovasculares (38%), otros tipos de cáncer (34%) y neumonía (21%), según el Ministerio de Salud.
Por otro lado, la misma OMS indica que -según la evidencia científica de estudios recientes- los fumadores contagiados por el nuevo coronavirus requieren más tiempo de hospitalización, desarrollan neumonías más graves y tienen una mayor mortalidad en comparación con el resto de la población. Así un estudio publicado en el European Respiratory Journal demostró que los fumadores y pacientes con EPOC tendrían niveles más elevados de una enzima que ayudaría que el virus accediera a las células pulmonares para replicarse.
Para Molina, después de toda la evidencia que existe, el tabaquismo debe enfrentarse como una enfermedad en sí, una adicción que requiere de tratamiento médico especializado. “En la actualidad existen tres tipos de medicamentos para este tratamiento, aprobados por la FDA de EE.UU. Sin embargo, también existe un consenso que las intervenciones para que una persona deje de fumar deben tener no sólo un componente farmacológico, sino también uno psico-social fuerte”, destaca.
De acuerdo a la Clínica Mayo, sólo cerca del 5% de las personas que intentan dejar de fumar tienen éxito sin ayuda o tratamiento. “Por esto, y las consecuencias sanitarias y económicas que el consumo de tabaco conllevan, debiese ser una preocupación central de nuestras políticas públicas. Las personas que quieren dejar de fumar deben buscar apoyo y atención médica especializada”, finaliza la facultativa.