¿Y ahora qué?: El término de la Enseñanza Media y la construcción del proyecto de vida.

Fabián Ramos Aguirre, Orientador Vocacional Admisión UCN Coquimbo

Cuando nos acercamos al término de la etapa escolar nos enfrentamos a un sin número de presiones, dudas e incertidumbre; y todo el mundo bombardea con preguntas y recomendaciones sobre qué estudiar o a qué dedicarse. Nos dicen que, sea lo que sea que elijamos, estamos decidiendo un camino por el que transitaremos durante gran parte de nuestras vidas, y es importante que éste vaya de la mano con nuestra vocación.

La vocación, concepto frecuentemente utilizado -pero escasamente discutido-, hace alusión a una suerte de llamado. Podríamos imaginar que es algo así como una voz interna que nos señala si el camino que elegimos es el adecuado, el que realmente me hace sentir realizado. A menudo conozco estudiantes cuyo principal motivo de ingreso a una carrera es el aspecto económico -nada sorprendente en un Chile desigual en el que la Educación Superior sigue percibiéndose como una vía de superación de la pobreza-. Sin embargo, al poco avanzar en sus carreras notan como el desinterés provoca alteraciones en la motivación y sentimientos de constante frustración.

Concluir la enseñanza media implica decidir, reconocer todos los caminos que se abren y tener la responsabilidad y libertad suficiente para poder descartar algunos y valorar otros. En este punto es común perderse entre las diversas posibilidades, quedándose estancado o dejando que los demás decidan por mí. Esto ocurre con mayor frecuencia cuando nuestra elección no está cargada de sentido. Pensamos en la vocación como un fenómeno al cual nos enfrentamos solo una vez en la vida, solo al terminar el cuarto medio, pero lo cierto, es que la vocación es algo que se construye desde la temprana infancia; es un aspecto de nosotros mismos que se va moldeando mediante nuestras experiencias de vida, nuestras relaciones y nuestros diferentes aprendizajes.

Para dotar de sentido, la decisión vocacional no es algo que deba ocurrir de la noche a la mañana, por eso es tan importante que los esfuerzos que cada estudiante, sus familias y escuelas realizan, sean progresivos y constantes. Si pensamos en la vocación como un aspecto propio de nuestro desarrollo psicológico y social, podremos identificar todos esos elementos que nos van perfilando más hacia un camino u otro. Pero no basta solo con reflexionar, debo sentir.

El primer paso para tomar una buena decisión es conocerme y sentir. Si no tengo claridad de quién soy en este momento, será difícil saber hacia donde quiero dirigirme. En este punto es relevante que nos preguntemos que cosas nos interesan, qué cosas nos aburren, qué actividades nos hacen sentir desafiados y cuales otras nos frustran.

Pero no solo eso, también es necesario que reconozcamos nuestros valores, nuestras formas de ver y comprender el mundo, y que vayamos recordando cada una de las situaciones que hemos vivido, prestando especial atención a como reaccionamos al pensar en ellas; preguntémonos por qué reaccionamos así, qué cosas me hicieron disfrutar en esa situación, y qué me generó malestar.

Desde la vereda de las familias será importante guiar y acompañar, es decir, otorgar libertad y brindar espacios sin presiones para que él/la estudiante pueda explorar en su propia historia e intereses. Asimismo, el rol de las escuelas es fundamental, ya que puede reforzar este proceso de exploración, además de coordinar acciones que permitan que el estudiante relacione su “propia brújula” con las diferentes carreras, oficios y experiencias que podrían ocurrir en el futuro.

Sea cual sea el camino que elijan, lo importante es que esté cargado de sentido y vaya en sintonía con la versión de mí que he ido construyendo a través del tiempo. La vocación, o este “llamado” del que se suele hablar, también apuntan a sentirme autorrealizado, a percibir que el camino que elegí permite desarrollar cada aspecto de mi persona.

En este sentido, y para quienes elijan el camino universitario, les invito a pensar en la Universidad como un espacio de formación académica pero también personal; un espacio en el cual podrán desarrollar al máximo sus capacidades intelectuales, artístico/culturales, sociales y de servicio. Un lugar donde podrán conocer a otros, pero también a ustedes mismos.

Porque recuerden, la vocación nunca termina de construirse.

Conoce más en el sitio web https://admision.ucn.cl/.

 

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