Por: Yaidis Santana Obeso
Abogado
No cabe duda que la violencia intrafamiliar es uno de los temas más comentados durante las últimas décadas y en algunas ocasiones en nuestro entorno más cercano, entendiendo que la violencia es todo acto impulsivo, en donde se implica desde el empleo de la fuerza física, hasta el acoso o la intimidación que se producen en el seno de un hogar y que perpetra por lo menos, a un miembro de la familia contra algún otro familiar.
Teniendo en cuenta lo anterior, es importante resaltar que los derechos humanos comienzan desde el seno de un hogar, pero ¿qué pasa cuando a estos miembros se les olvida estas garantías de protección y acuden al temible maltrato ya sea físico o psicológico?, sin dejar de lado la violencia sexual y la económica en las que muchos de estos mismos miembros se ven involucrados, siendo ésta la manera más vil de poder tener bajo su yugo a su víctima.
Dicho de esta manera, se manifiesta en situaciones en donde existe un persona llamada agresor que tiene características desde mucho antes de cometer el maltrato, incluso desde su infancia; este mismo va dando alerta de sus comportamientos en cuanto a forma de expresarse, de comportarse entre esas actitudes tiene doble identidad, mientras se muestra agresivo en la casa, es ‘’bueno’’ con otras personas; o este mismo tiende a minimizar la situación de violencia; al parecer, se puede llegar a conocer algún caso cercano que está reflejado en la temática que hoy quiero trasmitirles por este medio.
En el contexto anterior, quiero comentarles que hace días atrás, estuve en calidad de expositora en un encuentro de inmigrantes en la I. Municipalidad de Copiapó, en donde asistieron tanto extranjeros como chilenos, llevando esta temática de la violencia intrafamiliar; y generalmente el auditorio cuando escucha hablar sobre este tema lo delimita o a la mujer o a los niños, en este último tiempo hasta los adultos mayores, pero sería bueno que nos hagamos la pregunta ¿qué pasa con aquellos hombres que sufren de violencia intrafamiliar?. En medio de la charla pude observar que existe un alto índice de hombres que han sido igualmente maltratados dentro de su hogar y sin que nadie a estas alturas pueda saberlo.
Cuando se enunciaron las características del agresor, muchas mujeres si sintieron identificadas con esas actitudes, hasta el punto de aceptar que muchas veces son ellas las que asumen el papel de agresoras, convirtiéndose ellos en las victimas en muchas ocasiones y, al no quererse exponer a ningún tipo burla, deciden no hacer ningún tipo de comentarios, ni aún entre sus más cercanos; es por eso que aprovecho la oportunidad para resaltar que en este tema existe un porcentaje que no se puede medir porque, mientras no hayan las respectivas denuncias, seguirán siendo el índice más bajo en las estadísticas a nivel regional.
