RECUERDOS DEL AYER: Vivíamos felices sin internet. Nada nos faltaba

 

Cada cierto tiempo, me vuelco a rememorar un poco lo que fueron nuestros años de niñez y juventud, allá por las décadas de los sesenta y los setenta. Una época que no volverá y que, para quienes la vivimos, fue muy linda, a pesar que no contábamos con ninguna de las maravillas tecnológicas que tienen los niños y jóvenes de hoy para jugar y entretenerse, pero, aún así, no nos faltaba nada. Es más, nos sobraba ingenio e imaginación para disfrutar de los juegos en grupo, con los amigos y los vecinos… y así éramos inmensamente felices, teniendo en nuestras manos juguetes sencillos y humildes.

 

Contarle esta realidad a un niño de hoy le resulta imposible asumirla y cuesta convencerlo que podíamos vivir sin internet, sin celular, sin tv cable, sin televisión, sin whatsap, sin google, sin youtube y sin todas las redes sociales y tecnológicas que hoy son parte de la vida diaria de las nuevas generaciones.

 

Y traigo a colación esta situación del pasado, porque en facebook encontré una reflexión del ayer, bajo el título “Cuando los padres tenían autoridad”, la que me hizo recordar nuestro pasado y que me motivó a este comentario. Estas citan dicen:

 

-La hora máxima de llegada era a las 12 de la noche, sino ellos iban por nosotros a buscarnos a la fiesta.

-Prohibido dormir en casa de nadie. No se conocían los “pijamas-party”.

-Nos daban 5 pesos para gastar y nos pedían rendición.

-Se sentaban a hacer las tareas con nosotros y revisaban cuidadosamente que no nos faltara nada de lo encargado.

-A propósito, nos contaban las hojas de los cuadernos, por si les sacábamos algunas y si era así, nos daban una “fleta”.

-El máximo castigo por alguna falta era encerrarnos toda una tarde sin salir a jugar.

-Nos obligaban a pedir perdón por una falta.

-Como la tele y los videojuegos no existían, la convivencia familiar era obligatoria.

-Había una sola tele para toda la familia que estaba en el living y se prendía cuando el padre autorizaba.

-La ropa de los hermanos era rotada del mayor al menor y nadie se quejaba.

-Las marcas de ropa, juguetes u otros elementos no existían y éramos felices con cualquier cosa que nos dieran.

 

Esa forma de vida, de obediencia y respeto a nuestros padres era lo habitual, lo cotidiano y lo tradicional en las familias de aquellos años, de allí que esa generación se formara con buenos hábitos y el respeto debido a sus mayores, algo que lamentablemente hoy se ha perdido y que, naturalmente, echamos de menos.

 

Por: Sergio Zarricueta Astorga

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