Por:
Cristina Bravo Bassi
Abogada.
1 “Él hace que se alternen los años y estaciones; él entroniza reyes y él mismo los destrona. Concede sabiduría a los sabios y ciencia a los perspicaces”.
Sabemos que estamos en tiempos donde los individuos están reflejando necesidades, iras, resentimientos, ambiciones, bondades, optimismo; esperanzas… La sociedad de hoy está sumida en disconformidades, asimismo, están en la búsqueda de lograr una vida íntegra y armónica, independientemente de la forma en que ellos vean dicha integridad y armonía.
El ser humano, al vivir en sociedad, se ve en la necesidad de limitar su libertad con la libertad del otro y previo a esto hay un orden pre establecido, el cual cada sujeto susceptible de derechos también debe cumplir deberes, y para convivir en un entorno pacífico, hablamos de las bases de la institucionalidad.
En lo ya planteado, la Política juega un rol trascendente, puesto que 2 “el concepto de política ha incluido siempre una ambigüedad. Si observamos el uso común que se hace de él, vemos que en primer lugar él designa directamente la actividad de los políticos o de los ciudadanos que se involucran en ella, esto es, las diferentes acciones en vistas de adquirir el poder sobre los organismos públicos, por ejemplo, aquellas que brotan de la disposición a conformar agrupaciones o partidos con una determinada orientación ideológica, aquellas que surgen de la acción misma de estas agrupaciones con vistas a consolidarse y a influir en la sociedad (campañas, congresos, reuniones) y aquellas que constituyen pasos concretos hacia la toma o hacia la administración del poder (elecciones, acciones legislativas, gubernamentales, etc)” motivo por el cual el rol del político es fundamental.
La política según Maquiavelo podría ser el modo de educar al príncipe, quizás para Posada ya más moderno, sería un estudio, o arte, acción, pensamiento, referentes al Estado, tal vez para Mohl sería una ciencia de determinados medios, en razón de los cuales los Estados ejecutan sus objetivos, pero lo más noble sería decir que, la política es el arte de lo posible. De hecho, 3 “Aristóteles deja sentado claramente que hay un fin per se de todo lo que hacemos y que no se trata de cualquier fin, sino de este fin como bien, el más alto al que se pueda aspirar… La ciencia que se hace cargo de este bien supremo es la política”.
Si consideramos el principio de juridicidad y de subsidiariedad plasmado en nuestra carta fundamental, veremos que en su artículo primero inciso tercero, “El Estado está al servicio de la persona humana y sus finalidad es promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y garantías que esta Constitución establece.” No obstante lo anterior, ¿cómo es posible llevar a cabo estos principios sin un índice positivo de rectitud en el servicio público?.
Es un hecho fehaciente que, en el año 2016, la Organización para la transparencia internacional, con un 95% de confiabilidad, reconoció que Chile obtuvo 66 puntos frente al índice de percepción de la corrupción que tienen los habitantes frente a todo el sector público del país, en una puntuación del 0 (percepción de altos niveles de corrupción) al 100 (percepción de muy bajos niveles de corrupción). Luego, en Octubre del 2017 en una encuesta realizada por la ONG Transparencia Internacional se reveló que 1/3 de los latinoamericanos practican el soborno para tener acceso al servicio púbico, y lo más pavoroso es que en Chile, un 22% aseveró que pagaron sobornos o realizaron obsequios a un funcionario público con el objeto de conseguir un servicio o un documento determinado, porcentaje que nos deja por sobre Brasil que tiene un 11% y Argentina que tiene 16%. Asimismo, resulta increíble pero no menos obvio que, 1/5 de los encuestados aseguraron que para obtener un tratamiento médico adecuado recurrieron a esta práctica, seguido de la mano de la educación y trámites judiciales. Por otro lado, si bajo este mismo estudio se determina que entre un 78% y un 87% de los encuestados cree que Chile va aumentando en corrupción, no nos queda sino, abrir los ojos y buscar estrategias para paliar nocivas consecuencias para el país.
Tristemente, teniendo como base lo explicado en los párrafos anteriores, como ciudadano medio, poco podemos hacer, sino votar por nuestros representantes, con la mera esperanza de que estamos decidiendo con libertad y conciencia, empero, si el político a escoger no reúne ciertas virtudes, simplemente la esperanza se ve desvanecida en el correr del tiempo. Resulta acogedora la idea de pensar que 4 “La comunidad política moderna será pensada como un provenir, un horizonte de sentido, un tiempo futuro que se abre como posibilidad, un proyecto imaginable, factible de ser pensado y realizado. Muchísimas y variadas son las transformaciones y condiciones que han permitido aquella emergencia, sin embargo, un cierto espíritu de época la recorre, un estado de confianza en el progreso, que alienta la afirmación de una voluntad que se quiere universal. Su máxima expresión y aspiración jurídico- política será la idea de Sujeto de Derechos”, pero sin valores y/o virtudes, el político difícilmente puede marcar la diferencia, y llevar a cabo una representatividad admirada y valorada por los votantes, con miras al bien común y a garantizar los derechos esenciales de toda persona humana.
De esta forma, por mucha mayoría de votos que obtenga, si no reúne determinadas características, estaríamos frente a un falso embaucador con apariencia de oveja, entonces, resulta dable destacar que, si un individuo quiere ejercer este arte, debiera ir en la búsqueda de virtudes morales, que lo llevan a actuar en base a la rectitud de espíritu y de buena fe como base. Así entonces, 5 “el tema de la participación de una persona que quiere ser fiel a su conciencia en un régimen que dista mucho de ser ideal, es un problema que se presentó a lo largo de todo el siglo XX. Su solución es difícil y depende de muchos factores prudenciales. Sin embargo, hay una condición mínima que siempre se debe cumplir, a saber, que no se puede colaborar allí donde se exija a uno realizar algo que considera objetivamente malo. Aquí también hay distinciones importantes que no siempre se tienen en cuenta. No es lo mismo, por ejemplo, colaborar con un proyecto político que tiene elementos inmorales cuando éste no está en el gobierno, que hacerlo cuando ya es un hecho que ocupa el poder. En el primer caso, se está ayudando a que ese proyecto llegue a gobernar. En el segundo, simplemente se está tomando en consideración que, de no colaborar uno, lo harán otras personas menos calificadas profesional y moralmente. Además, esa colaboración permitirá muchas veces disminuir las situaciones injustas existentes, reemplazándolas por otras cuyo nivel de injusticia es menor”. Pero, más allá de lo objetivamente planteado, todo político debiera poseer esa capacidad de escoger las vías más adecuadas y menesterosas, en el día a día, en orden al fin último de cada una de nuestras vidas, es decir: ejecutar el bien, pensando con madurez y decidiendo con sabiduría. Asimismo, buscar de la forma más pura posible, dar a cada uno lo que le pertenece en su calidad de persona natural, libre, e igual en dignidad y derechos. Por otro lado, perseverar siempre en lo bueno, (muchas veces obstaculizado por el miedo o bien por la falta de actuar con valentía, en 4 palabras: resistir, antes que renunciar y por último, moderar el hedonismo, teniendo como límite lo esencialmente razonable.
Si bien estas cualidades son difíciles de ser halladas en una sola persona, más vale que todo individuo y en especial cada político, luche por obtenerlas, que muera sin haber hecho el intento… quizás con una pizca de estos valores estaríamos en un Chile más dotado de hermosura.
Citas.
- Daniel 2 v. 21
- scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-43602007000100002
- García Cataldo Héctor, “La política de Aristóteles, introducción a su pensamiento político”, Universidad de Chile, 2015, p.18.
- Arancibia Carrizo Juan, “Lo Trágico- Político idea de lo trágico en la filosofía política contemporánea: Faucault, Agamben, Esposito”, Universidad de Chile, 2014, p.127.
- Corral Hernán, García Huidobro Joaquín, Isamit Julio, “Tomás Moro, ética, Política y Justicia Social” Instituto Respública IRL, Chile 2016, p. 72.
es.catholic.net/op/articulos/2585/cat/69/las-virtudes-morales-o-cardinales.html