El empresario filipino que engañó al mundo con una supuesta tribu que continuaba viviendo como en la Edad de Piedra

Manuel Elizalde fue uno de los más importantes empresarios de Filipinas durante la segunda mitad del siglo XX, desarrollando gran parte de su actividad empresarial y económica (algunos de aquellos negocios turbios y fraudulentos) bajo el amparo de su amigo Ferdinand Marcos, dictador del país.

En 1968, un tres años después de la llegada al poder de Marcos, el empresario (que se dedicaba junto a su hermano Ed al negocio inmobiliario, la explotación de minas, bancario y cuanta posibilidad de ganar dinero se le pusiera por delante) puso en marcha un elaborado engaño, con la complicidad del presidente filipino, con el que amasó una inmensa fortuna (estimada en unos 80 millones de dólares de la época) a lo largo de las siguiente década.

Para ello se tuvo que crear previamente un organismo oficial (dependiente de la presidencia del país) que fue llamado ‘PANAMIN’, que era el acrónimo de ‘Oficina del Asistente Presidencial para las Minorías Nacionales’, siendo nombrado Manuel Elizaldemáximo responsable del mismo y cuyo cometido era proteger los intereses de los pueblos indígenas de Filipinas, conservando su patrimonio cultural, costumbres, lengua…

Una vez creado este organismo y hechas algunas iniciativas sobre pequeños grupos autóctonos, se llevó a cabo el gran golpe de efecto, dando a conocer al mundo a los ‘Tasaday’, una tribu que había vivido aislada y sin contacto alguno con la civilización y que seguía sumida en la Edad de Piedra.

El anuncio se realizó en 1971 y los medios de comunicación más importantes del planeta se hicieron eco de la noticia, creándose un gran interés por conocer a esta tribu. Centenares de artículos se publicaron en diarios y revistas de gran difusión, siendo el publicado por National Geographic (el 8 de agosto de 1972) el que más repercusión tuvo, debido a que a lo largo de 31 páginas relató el modo de vida de los Tasaday, así como incluyó un buen número de fotografías.

En ellas se les representaba semidesnudos, viviendo en cuevas, cazando con rudimentarias armas (como hachas y lanzas) hechas de piedras por ellos mismos y todo un comportamiento que no hacía dudar de estar frente a un grupo humano sin evolucionar y que se había quedado estancado en miles de años atrás.

Fue tal interés internacional, no solo de la prensa, sino también científico y por parte de rostros populares que hasta allí se acercaron, que Manuel Elizalde restringió por completo el acceso y tan solo podrían contactar o llegar hasta los Tasaday aquellas personas autorizadas por el PANAMIN.

Esto coincidió con la aparición de varias opiniones discordantes y que ponían en duda la veracidad de la historia de esta atípica tribu de la Edad de Piedra.

Manuel Elizalde, a través de la organización que dirigía, estaba percibiendo una gran cantidad de dinero en forma de ayudas, donaciones y subvenciones por parte de filántropos, entidades, gobiernos extranjeros (además del propio filipino), por lo que no podía dejar que se pusiera en tela de juicio la credibilidad de la historia de los Tasaday, por lo que cuantas menos personas pudiesen tener acceso a estos menos riesgo se correría de destaparse el engaño.

A lo largo de quince años se mantuvo tal engaño, hasta que la revolución popular filipina logró derrocar al presidente Ferdinand Marcos, provocando la huida de éste del país rumbo a Hawái.

Manuel Elizalde había huido de Filipinas tres años antes, en 1983, al verse salpicado por el escándalo que supuso el asesinato del líder de la oposición, Benigno Aquino.

La marcha del dictador y del responsable del PANAMIN fue aprovechada por periodista filipino Joey Lozano, quien acompañado del antropólogo suizo, Oswald Iten, pudo acceder hasta Tasaday y descubrir con sus propios ojos que estos vivían de un modo totalmente normal, en casas de construcción estándar y vestidos con ropas como las de cualquier otro ciudadano de Filipinas (pantalones, camisas, camisetas, vestidos…).

También se pudo determinar, tras un exhaustivo estudio e investigación que la lengua utilizada por los Tasaday, aunque muy diferente a las conocidas, era relativamente moderna y no tenía una antigüedad de mucho más de dos siglos.

Consiguieron el testimonio de varios miembros de la tribu que confesaron que todo fue un montaje organizado por el propio Manuel Elizalde, quien les ofreció dinero a cambio de simular ser un grupo nativo anclado en la Edad de Piedra.

El hecho de que muy pocas personas tuvieron acceso a ellos y que quienes publicaron artículos estaban al tanto del asunto, hizo que se destapara aquel asunto y se convirtiera en todo un escándalo político y social en Filipinas.

Tiempo después, Manuel Elizalde regresó a Filipinas y siempre negó que el tema de la tribu de los Tasaday fuese un engaño, además de asegurar que no se lucró con el asunto.

Por Alfred López

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