Por Ximena Ruz
Según el IPCC, ya existe un aumento de las olas de calor, se alargan las estaciones cálidas y se acortan las frías. El cambio climático está intensificando el ciclo hidrológico. Esto conlleva que en Chile las sequías serán más intensas. Un mayor calentamiento amplificará el deshielo del permafrost, pérdida de la capa de nieve y el derretimiento de los glaciares. Estos cambios son una realidad y no queda más que enfrentarlos. Adaptarse y mitigar.
Sigamos: Chile está en el lugar 18, liderando la lista de los países con “alto estrés”, en los que, en promedio, un 40% del agua total disponible es extraída anualmente. La configuración geográfica lo hace vulnerable a la escasez hídrica, debido principalmente a que un 70% de la población reside en la zona de menor disponibilidad de agua. Según la Fundación Chile, la totalidad de los glaciares estudiados están en retroceso por el aumento de temperatura, mientras 110 acuíferos se encuentran actualmente con una demanda comprometida superior a su recarga.
Los municipios juegan un rol fundamental para abordar este desafío, pero el problema es que gran parte de ellos no cuentan con instrumentos de planificación propios que les permitan definir y asumir acciones concretas para abordar el nuevo escenario climático. En síntesis, la tormenta perfecta.
Alto, démonos un respiro. Desde junio pasado, Chile cuenta con una Ley Marco de Cambio Climático que obliga a la institucionalidad a ponerse a la altura del desafío. Entonces, las municipalidades deberán elaborar planes de acción comunal de cambio climático, los que serán consistentes con las directrices establecidas en la Estrategia Climática de Largo Plazo y en los planes de acción regional.
En este contexto es que el Gobierno Regional Metropolitano y la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático ya trabajamos en un plan que permita prevenir y controlar la escasez hídrica, a través del desarrollo e implementación de Estrategias Hídricas Locales. Es así generaremos 30 estrategias, en 30 municipios, que permitan planificar e impulsar iniciativas concretas para el uso eficiente del agua, siempre con un enfoque participativo de los territorios.
¿Cómo monitoreamos su avance? Mediante dos Acuerdos de Producción Limpia que apoyarán su implementación y faciliten su vinculación con las políticas del nivel regional.
No queda otro camino. Es más de una década de sequía y el escenario es crítico. La planificación no hará que llueva más, ni detenga el cambio en el clima, pero permitirá que un recurso tan básico y vital se use de forma eficiente y justa.