Por Ulises Carabantes Ahumada
Ingeniero Civil. Escritor.
Chile es un país que muy habitualmente sufre algún tipo de desastre natural, con invaluables pérdidas en vidas humanas y también pérdidas de índole material. Dada esta realidad que tenemos y que debemos tener siempre presente, el año pasado fue definido el 22 de mayo como Día Nacional de Memoria y Educación sobre Desastres Socio Naturales por medio de la ley N° 21.454. Ayer precisamente se conmemoró dicho día.
El lector se preguntará por qué esa fecha se asocia a la memoria, a la historia de los desastres naturales en Chile. Los chilenos podemos sufrir grandes lluvias, aluviones, olas de bajas temperaturas, incluso erupciones volcánicas, pero ninguno de los fenómenos anteriores iguala en su impacto en la población y en la vida normal del país como lo es un gran terremoto. Y hemos tenido muchos a lo largo de muestra historia. En Atacama el más recordado obviamente el terremoto del 10 de noviembre de 1922. Todos aún recordamos el desastroso terremoto de la madrugada del 27 de febrero de 2010 que tuvo como epicentro la costa de Cobquecura, en la ahora Región del Ñuble. Pero ninguno como el ocurrido un día 22 de mayo de 1960.
Hace 63 años, el 22 de mayo de 1960; se desató una enorme calamidad en gran parte de Chile, el terremoto de mayor magnitud medido hasta la fecha y que tuvo como zona de mayor devastación la entonces Provincia de Valdivia. 9,5° Richter fue la magnitud medida y 11 en la escala de Mercalli la intensidad del cataclismo.
El gran terremoto fue precedido por un sismo de gran magnitud en Concepción muy temprano en la mañana del 21 de mayo de aquel 1960.
Testimonios indican que en la mañana del 22 de mayo en torno a la vegetación en las orillas de los ríos valdivianos se podían apreciar burbujas que la gente lo asoció a un «hervor». No pocos de los que en la mañana dominical referida fueron de pesca, retornaron a sus hogares diciendo alarmados “están hirviendo los juncales”.
Un poco antes de las 15 horas se percibió un pequeño sismo en Valdivia, para que posteriormente, a las 15:11 se desatara la furia imparable de la naturaleza. Más de cinco minutos de un violentísimo remezón, en el que parecía que se derrumbaría todo lo que estaba bajo los pies de los desesperados habitantes de Valdivia.
Como efecto se puede señalar el tsunami que casi inmediatamente azotó al litoral, masas de agua que azotaron bahías y playas, cerros que tuvieron grandes derrumbes como lo ocurrido en la naciente del río San Pedro que descarga las aguas del lago Riñihue, bloqueando la descarga de éste generando un desafío de ingeniería no menor y que había que resolver en breve tiempo para evitar la inundación de grandes extensiones de la Provincia de Valdivia.
Dado ese enorme hito en el historial de nuestros desastres naturales fue que el año pasado fue definido el 22 de mayo como Día Nacional de Memoria y Educación sobre Desastres Socio Naturales. Que no sea sólo un día para ceremonias y guardar silencio por la gran cantidad de víctimas que durante nuestra historia han cobrado las tragedias provocadas por la naturaleza. Que sea un día en que la población chilena refuerce la consciencia respecto la importancia de estar siempre preparados, de instruir y educar a los niños y jóvenes respectos de estas materias, preparación que en el momento necesario salva innumerables vidas humanas. Se trata de ir construyendo siempre una cultura para enfrentar las emergencias que provocan las manifestaciones de la naturaleza.